El caso de una maestra que baleó al padre de su hijo y enseguida se suicidó con la misma arma de fuego en el municipio de Zacualpan, tiene un trasfondo de violencia vicaria, registro irregular del menor ante las autoridades, anomalías en detectores de metales en un Sistema DIF, y la historia de un embarazo consensuado y compromiso de entrega del menor al padre, aunque al final la mujer se arrepintió y peleó la custodia.
Alma “N”, maestra de educación básica, baleó al padre del menor de edad la tarde del lunes cuando terminó el régimen de visitas y convivencia con su hijo, en el interior del DIF municipal de Zacualpan de Amilpas, oriente del estado.
Ella se suicidó en el mismo lugar, frente al menor de edad, y su expareja fue llevada a un hospital donde lo reportan grave.
El caso ha llamado la atención de las autoridades y los medios de comunicación, pero hay un aspecto que no ha sido abordado en su complejidad: la violencia vicaria.
Violencia vicaria, antesala de feminicidios
En México, la violencia de género no sólo ha dejado más de 18 mil mujeres y niñas asesinadas en los últimos cinco años. Miles la padecen en otras formas: a través de golpes y abusos, pero también mediante prácticas normalizadas y, por ende, más silenciosas e impunes, como ser separadas de sus hijos, la violencia vicaria.
A través de esta forma de violencia, menores de edad son prácticamente secuestrados e instrumentalizados, así lo señalan desde el Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria, que nació en 2021, luego de que cinco madres sobrevivientes a estos abusos se unieron para apoyar a mujeres en situaciones similares.
La violencia vicaria, explica Jennifer Seifert, cofundadora de la ONG, es parte de una extensión de otras agresiones que los violentadores ya no pudieron ejercer hacia ellas de manera directa. Los agresores son, en su mayoría, sus antiguas parejas, pero también pueden ser miembros de sus familias.
¿Soy víctima de violencia vicaria?
“Te quitan a los niños de forma agresiva, con engaños. Después ya tienes una denuncia en tu contra: te acusan de cosas absurdas, como de estar loca por hablar con el espejo, por haber dado una tortilla fría o por tener tatuajes sospechosos”, dice en entrevista Andrea Argil, otra de las cofundadoras de esta organización.
Este tipo de violencia tiene grandes repercusiones para madres e hijos, tanto en el aspecto sicológico como en el legal, pues conlleva otros tipos de agresiones, como la institucional, con funcionarios y dependencias que revictimizan a las mujeres y entorpecen los procesos.
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