“Elegí el nombre Bárbara porque significa extranjera y yo me sentía como una extranjera en mi ciudad”, cuenta Bárbara Alvarado, periodista, activista trans y una destacada comunicadora joven en materia de derechos humanos, comunidades indígenas y LGBTQ+.
Todo cambió tras la pandemia de Covid-19. “El miedo me hizo aislarme, me quedé sin amistades, pareja, familia y trabajo, completamente sola”. Pero ese temor también la impulsó a salir del clóset. Asistir a una marcha por la visibilidad trans marcó un antes y un después: “Empecé a descubrir los activismos y fue como un renacer, porque me di cuenta que no estaba sola, que había más identidades trans, más personas que no estaban conformes con lo que nos habían asignado”.
“Hay personas que no me conocen, pero que igual han sufrido parte de esas mismas violencias que sufrí yo, en cuanto a tener miedo a salir a la calle, a que si salgo y me chiflan o me pita un coche, me amenazan, me dicen cosas en la calle o las miradas que en un punto me han paralizado. A eso que le llaman microtransfobia. Enfrentar entre acoso sexual y violencia machista. Nunca sabes si vas a entrar a un baño y alguien va a querer sacarte de los pelos a golpearte”, señala la joven.
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En ese momento, Bárbara atravesaba la etapa de transición entre el cierre de su formación académica y el inicio de su vida profesional. Egresada de la UNAM, utilizó sus aprendizajes para dedicarse a lo que más le apasiona: comunicar sobre diversidad. “Después el tener que aguantar miradas, insultos en redes, en la vida real y en todos lados. Me hizo ver que si no somos nosotres, ¿quién lo va a hacer?".

Así comenzó un activismo por los derechos humanos, no solo de personas trans, sino también de personas obreras, personas injustamente presas y víctimas de cualquier injusticia. “Creo que al ser personas trans nos podemos dar cuenta de esto porque nos atraviesan estas cosas también”.
Del periodismo al activismo
“Cuando empecé en medios inicié en Al Jazeera Media Network y transicioné ahí durante la empresa. Lo que percibía que quizá podría ser problemático porque entiendo muy bien la línea editorial. Después, empecé entré a N+ Media”, recuerda.
Bárbara encontró que a la prensa le faltaba rigor y un discurso más crítico. “Así comencé mi proyecto de difusión, ‘ComuniCC_Arte’ en redes sociales, con esta idea de un espacio crítico que está haciendo falta y dirigido a juventudes”.
En este espacio, empezó a compartir contenidos sobre diversidad sexogenérica y experiencias LGBTQ+. “Creo que la herramienta más grande que tenemos contra cualquier discurso de odio es la información, sostiene la activista.
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Aunque al principio pensó que no obtendría impacto, su proyecto le ha valido varíos comentarios positivos: "Bárbara, me has mostrado que hay camino”, “las personas trans podemos estar aquí” o “estos espacios nos pertenecen”.
En el ámbito profesional, los retos no han disminuido. “En México, en sí mismo, ser periodista y mujer trans ya conlleva un riesgo, pero donde más me he sentido con ese nervio, esa inseguridad, un poco al principio, es saliendo a otros estados”.

Una de las experiencias que compartió ocurrió durante su cobertura en Ayotzinapa. Su protocolo de seguridad consistía en evitar zonas de riesgo y horarios nocturnos. Al llegar a Tixtla, Guerrero, relata que las miradas la hacían sentirse “el bicho raro”.
“Como periodista pienso en que van a querer hasta quitarme la vida o que no me van a querer dar entrevistas, que la gente no va a querer hablar conmigo y ha pasado. Luego digo, nunca sé si es porque soy una persona trans o si realmente no querían hablar”.
“Sí hay camino”
Bárbara considera que los retos se han incrementado. Una de sus preocupaciones es la nueva oleada de discursos de derecha en espacios de poder, acompañada de una narrativa de odio generalizada contra las personas trans y otros grupos vulnerables.
Señala que existe una deuda con la población trans, dado el escaso reconocimiento a la identidad de género, incluso en momentos donde los derechos humanos han avanzado. “Nunca encuentras el término ‘mujer trans’, encuentras el término ‘hombre vestido de mujer, hombre con falda, sexo biológico’. Desde ahí ya empieza a reproducirse un discurso con total impunidad”, asevera.
“Es entonces cuando la gente lee el periódico y lo que dice es: ‘Claro, son hombres vestidos de mujer y pues se lo merecían’. Ese es un castigo social, ahí el reto en cuanto a personas trans, también unirnos y actuar, nos quieren en el clóset”.
Ante ello, Bárbara Alvarado hace un llamado a detenerse, buscar alternativas y “seguir con la lucha”, porque, aunque todos los días se encuentra con malas noticias, asegura que ve un futuro mejor, pero uno que solo llegará desde la toma de espacios y la suma de más personas a las causas.
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“Me veo resistiendo, me veo alzando la voz, me veo continuando haciendo lo que hago, aunque es cansado, pero me da un motivo y me recuerda realmente por lo que estamos aquí. Creo que ahí sí tenemos una buena chamba, pero me gustaría justo ver eso en el futuro del país y creo que lo podemos hacer”.