Irma Serrano, quien este año habría cumplido 91 años, fue una figura icónica del espectáculo mexicano. Su carrera como cantante de música ranchera y actriz de cine y teatro dejó una huella imborrable. Protagonizó más de 25 películas como La Tigresa, Noches de Cabaret y Naná, además de convertirse en un símbolo sexual con obras teatrales audaces como Oh, Calcuta! y Lucrecia Borgia.
Sin embargo, su vida personal fue tan fascinante como su carrera artística. Serrano vivió intensamente, abrazando los escándalos y las controversias con la misma fuerza que defendía sus ideales. Uno de los episodios más recordados de su vida fue su relación con el expresidente Gustavo Díaz Ordaz, un vínculo que describió con franqueza en una entrevista de 1999 para El Universal.
Lee también: Poncho de Nigris denuncia robo de su pastelería en NL; muestra video y pide apoyo de la comunidad
Un amor presidencial
En la conversación, Serrano habló sobre su relación con Díaz Ordaz, describiéndolo como un hombre apasionado. Reveló que la famosa mansión "La Pagoda China", ubicada en Lomas de Chapultepec, fue un obsequio del expresidente. En sus palabras, Díaz Ordaz "hacía rechinar el catre", un comentario que refleja el estilo directo y sin filtros de Serrano.
"Él se fijó en mí porque era una mujer que se la pasaba encerrada en su casa", reveló Serrano, quien aseguró que su estilo de vida, lejos de los reflectores y los excesos del medio artístico, llamó la atención del entonces mandatario.
Díaz Ordaz le ofreció una vida de tranquilidad, proporcionándole una casa que calificó de “preciosa”, llena de comodidades y rodeada de sus animales favoritos. Además, siempre se aseguró de que estuviera acompañada por personas de su confianza para cuidar de ella en todo momento.
Serrano también compartió detalles más personales sobre su relación con el expresidente. Recordó cómo Díaz Ordaz solía llamarla “niña” y, con cariño, le decía que era una “chamaca frustrante y cabrona”. Aunque ella admitió que algo de verdad había en esas palabras, lo veía más como un comentario inconsciente. A pesar de las diferencias de edad y poder, su relación parecía estar llena de una complejidad emocional y afectiva.
Con respecto a la posibilidad de haber sido su esposa, Serrano comentó que, aunque Díaz Ordaz nunca lo propuso directamente, su trato hacia ella fue siempre muy cariñoso y protector. "Era muy querendón y se clavaba gacho", explicó, sugiriendo que, aunque había cierta distancia política, su cercanía no estaba exenta de afecto.
Lee también: Katy Perry pide recomendaciones de restaurantes favoritos en México; presume imagen con bandera nacional
Aunque su relación fue señalada por la controversia, Serrano insistió en que su vínculo estaba basado en el respeto y la privacidad. "No vivía para afuera", recordó, enfatizando que ni siquiera la televisión, tan central para muchas figuras públicas, formaba parte de sus intereses en aquel tiempo. Pasaba sus días escuchando música, disfrutando de un estilo de vida que, según ella, estaba muy alejado de los escándalos comunes en el medio artístico.
En cuanto a los eventos históricos de 1968, Serrano defendió a Díaz Ordaz y negó rotundamente que él fuera responsable directo de la masacre de Tlatelolco. Según ella, el entonces presidente estaba con ella en Oaxaca durante los días clave, en un lugar tan apartado que ni siquiera contaba con teléfonos. Serrano atribuyó la tragedia a una “trama armada” por Luis Echeverría, entonces secretario de Gobernación.
La relación entre Serrano y Díaz Ordaz sigue siendo objeto de curiosidad y debate, pero sus propias palabras retratan un vínculo en el que, más allá de las críticas, ella asegura haber encontrado protección y estabilidad en una época convulsa para México.
Con información de Edmundo Cázarez C.
También te interesará:
Así serán los gatos en el futuro, según la ciencia
Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
aov
