El próximo miércoles 11 de octubre de este incierto 2023, se estarán cumpliendo los primeros 200 años de la creación del Heroico Colegio Militar…“Páginas del libro de la historia del Heroico Colegio Militar, epopeyas que ya jamás se borran…” Reza la primera estrofa de la Marcha de esta sublime e histórica institución de educación militar, dependiente de la Dirección General de Educación Militar y de la Rectoría de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, cuya misión principal es formar Subtenientes de Armas y Servicios de Policía Militar e Intendencia, con sólidos valores y conocimientos teóricos y prácticos para desempeñarse, con liderazgo, en el ejercicio del mando de las unidades a nivel sección en corporaciones del Ejército Mexicano, todo ello, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la Secretaría de la Defensa Nacional en el cumplimiento de sus actividades.
Por azahares de la vida, de una u otra manera, no solamente como reportero sino en el aspecto personal, me he visto relacionado y hasta involucrado con la vida castrense de nuestro querido México.
¿Por qué le digo esto?, mi estimado lector de EL UNIVERSAL?
Vayamos por partes…
Siendo un niño… ¡Uff!!, le estoy hablando de un titipuchal de años… Bueno, le comentaba que, en compañía de mi padre y hermanos, nos gustaba ver, a través de la televisión -en aquel entonces, transmisiones en blanco y negro-, el desfile cívico militar con motivo de las Fiestas Patrias, desde el Zócalo de la Ciudad de México, pero poniendo especial atención y tratando de descubrir en cual pelotón le habría tocado desfilar a mi hermano José de Jesús, quien era Cadete de la Cuarta Compañía de Infantería del Heroico Colegio Militar.
Eso, de cierta manera, despertaba mi deseo de poder ingresar a tan prestigiado e histórico plantel educativo. Así es que, habiéndome trasladado de mi natal Pátzcuaro, Michoacán, al entonces Distrito Federal (Hoy Ciudad de México), con el propósito de llevar a cabo mi sueño de convertirme en reportero, esta bendita actividad que jamás habré de cambiar por nada. En uno de esos “baches” o pruebas que te presenta la vida para templarte y puedas seguir adelante, siendo un “puberto” de 16 años, enfrentando una severa crisis económica y hasta existencial, al sentir que el mundo se me venía encima, se me ocurrió ir al antiguo edificio que albergaba al Heroico Colegio Militar de Popotla, para ingresar como Cadete de este emblemático plantel educativo.
Como respuesta a mi respetuosa pretensión y en una clara falta de respeto a mi persona, debido a mi corta estatura física, recibí la notificación que el Heroico Colegio Militar tenía como mascotas a unos aguiluchos y no veían como podría cristalizar mi sueño de ser Cadete.
Total, no me di por vencido y años más tarde, como civil, estuve colaborando directamente con los generales Absalón Castellanos Domínguez, Enrique Cervantes Aguirre y Tomás Álvarez Dahuajare, cuando se desempeñaron, respectivamente, como directores del Heroico Colegio Militar, en la organización y realización de eventos artísticos culturales para los Cadetes, lo cual, le platicaré un poco más adelante.
A partir de entonces, todo lo que estaba relacionado con el Heroico Colegio Militar me llamaba la atención, recuerdo que el 28 de diciembre de 1972, se estrenó en cines la película “Cuna de valientes”, dirigida por Gilberto Martínez Solares, filmada tan solo un año antes, en las emblemáticas instalaciones del Colegio Militar que en aquel entonces estaban ubicadas en Popotla, cinta en donde destacan las actuaciones del inolvidable Enrique Rambal, Valentín Trujillo, René Muñoz y Marco Antonio “Viruta”, por cierto, todos ellos ya desaparecidos de este mundo terrenal, pero que viven en el recuerdo y el cariño del pueblo que admiraba y sigue admirando su imborrable huella histriónica.
Posteriormente, en 1974, el prestigiado director y productor de documentales, Demetrio Bilbatua, llevo a cabo “Crisol de la Lealtad”, sobre las nuevas y majestuosas instalaciones del Heroico Colegio Militar, trasladadas a los terrenos de San Pedro Mártir, Tlalpan, rindiendo un justo y merecido reconocimiento al prestigiado arquitecto mexicano Agustín Hernández Navarro, quien junto al también arquitecto Manuel González Rul, fueron los encargados de construir estas impresionantes instalaciones edificadas durante la administración del entonces presidente de la República Luis Echeverría Álvarez.
“Heroico”, la película que denuncia la brutalidad que se emplea durante el entrenamiento a Cadetes del Colegio Militar en México
Cincuenta años más tarde y como si se tratara de “un secreto a voces”, llega a las pantallas gigantes la película “Heroico”, aunque se puede decir que es una cinta que cumple con su misión principal de reflejar una realidad fuerte y escalofriante, también, se vuelve repetitiva y hasta deja la sensación de que pudo dar más, pero mucho más.
Cuando vi el “trailer” de Heroico, película que ha despertado la atención a nivel nacional e internacional, llegué a pensar que podría convertirse en una película de suma importancia para la sociedad en general. Pero ahora que tuve la oportunidad de verla en el cine me pregunté: ¿A lo Mero Macho, vale la pena verla o se trata, simplemente, de un producto decepcionante?, porque, a decir verdad, su guion resulta ser un tanto “cumplidor”, porque es una película que no apuesta por la crítica del sistema educativo militar, sino que provoca más morbo que resultados contundentes y que intenta reflejar la vida de los hombres que ingresan al Heroico Colegio Militar, así como a los demás planteles educativos militares del país.
Desde su pasarela por diversos festivales cinematográficos, Heroico se proyectó por primera vez durante el Sundance Film Festival 2023 de Estados Unidos, y logró posicionarse como una cinta favorita, no solamente porque marcaba el retorno de su director David Zoana, sino que después de haber saboreado las mieles del éxito con la película “Mano de Obra”, la tenían en “la mira”, al ser catalogada como polémica, al denunciar la brutalidad que se emplea durante el entrenamiento a Cadetes del Colegio Militar en México y obliga a una minuciosa reflexión.
Protagonizada por Santiago Sandoval (excadete en la vida real) y Fernando Cuautle, la mayor parte de la película se rodó en el Centro Ceremonial Otomí, ubicado en Temoaya, Estado de México, largometraje que fue doblado al náhuatl y cuya historia se basó en testimonios e investigaciones de más de 8 años y que intenta retratar de manera objetiva lo que los alumnos viven dentro del plantel.
Hasta el día de hoy, Heroico ha obtenido ocho premios nacionales e internacionales, entre lo que puedo citar: El Ariel a Ópera prima (por parte de la Academia Mexicana de Arte y Ciencias Cinematográficas), entre otros siete más, llegando a más de 350 salas de cine en todo el país desde el pasado 21 de septiembre y proyectándose con una clasificación B-15, por lo tanto, menores de 15 años no pueden entrar. Pero sin lugar a dudas, la piratería se encargará de distribuirla en calles y tianguis.
A lo mero macho, el inicio de la película, se puede decir que es estremecedor, escenas que dejan frio al espectador porque transmite una sensación de incomodidad y hasta de nerviosismo, al deducir que lo que está por venir, se vislumbra doloroso e impactante, desafortunadamente, con el transcurso de los 88 minutos que dura la película, terminan por dañarla porque deja mucho que dar.
Sin lugar a dudas, hacer una película de este tipo, por supuesto, no es nada, pero nada fácil. A pesar de contar con las experiencias narradas por cadetes que estuvieron en el Heroico Colegio Militar, si bien, los abusos y excesivos maltratos que aparecen en pantalla para “abrir boca”, dentro de la mente del espectador se encienden focos rojos por su propia naturaleza, pero Heroico, lejos de abrir “la caja negra” en lo que respecta a la formación militar, como lo anuncia el “trailer”, las novatadas en las que se ve inmiscuido Luis, el protagonista de la cinta, son indignantes y hasta “vomitivas”, se vuelven repetitivas
Sin ser un experto crítico cinematográfico, pero sí, un cinéfilo empedernido, Heroico no ofrece nombres, fechas o elementos que enriquezcan lo que se puede encontrar en una búsqueda por internet. Cualquier persona que tenga contacto con alguien que haya estudiado en el Colegio Militar puede conocer este mismo tipo de anécdotas y horrores que viven los muchachos adentro, escenas que parecen extraídas de una película de terror. Es quizás, cuando Heroico encuentra su clímax.
Recuerdo las películas “Canoa” o “Cascabel”, que se rodaron durante el sexenio de Luis Echeverria, un cine de denuncia con pelos y señales. Insisto, Heroico pudo ser más valiente, ahondar en los elementos que ya tenía, pero no repetir y repetir hasta el cansancio otros que le restan profundidad. Heroico pudo dar más, pero mucho más.
Cómo han pasado los años….
Al salir de la sala de cine, ubicada al oriente del Estado de México, muy cercana a mi casa y siendo acompañado únicamente por mi negra conciencia, me invadió un sentimiento de nostalgia, al recordar cada uno de los momentos que viví dentro de las instalaciones del moderno y funcional Heroico Colegio Militar en Tlalpan.
Tal y como le había comentado, mi estimado lector de EL UNIVERSAL, al inicio de este relato, en 1978, por circunstancias de la vida, tuve el honor y la fabulosa oportunidad de vivir, durante una muy corta temporada, en la Unidad Habitacional del Heroico Colegio Militar de Tlalpan, en donde mi hermano tenia el grado de teniente y se desempeñaba como Oficial Instructor de Cadetes. Una espléndida oportunidad para llevar a cabo mi deseo de estar, de alguna forma, dentro del Colegio Militar.
Así es que ni tardo ni perezoso, solicité audiencia con el general de división Absalón Castellanos Domínguez, director general del HCM, para exponerle, de viva voz, mi deseo de colaborar con ellos en la realización de eventos artísticos culturales para los Cadetes, durante los jueves, días de visita de amigos y familiares.
Le propuse que podía llevar a destacadas personalidades del ámbito artístico para que fueran actuar, gratuitamente, para los cadetes, como una aportación de ellos, hacia este histórico plantel. Totalmente sorprendido, el general Absalón me hizo ver que eso, costaba una fortuna al tener que pagar músicos y honorarios a los artistas. Le dije que no, sino que en el pedir las cosas, está el dar. De esta manera, en 1979, pude convencer a Estela Núñez que fuera a cantar para los Cadetes en el majestuoso Casino, a lo que accedió sin poner ninguna objeción.
Como el general Absalón Castellanos no quitaba “el dedo del renglón”, en sus aspiraciones de convertirse en gobernador de su natal Chiapas, se le ocurre organizar, en el Casino del Colegio Militar, el 19 de mayo de 1981, un mega banquete para la boda de Paulina, la hija menor del entonces presidente de la República y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas José López Portillo, quien se unió a Pascual Ortiz Rubio se casaron en mayo de 1981. Un evento que desbordó en los excesos, bueno, hasta Luis Miguel, que apenas contaba con 11 años, pero ya había sacado su primer disco, fue el encargado de cantarle en la boda. ¡Qué tal!!, Obvio, como premio a su “lambisconería”, el general Absalón recibe la bendición presidencial y se va de gobernador a Chiapas.
Poco después de que el general Enrique Cervantes Aguirre asume la dirección general de su “Alma Mater”, el Heroico Colegio Militar, me presento de nuevo en su oficina, le hago la misma propuesta que le había presentado a su antecesor y me dice que sí le interesaba. Haciéndome hincapié, que el Colegio Militar no iba a realizar ningún desembolso económico para pagar las actuaciones de las personalidades artísticas que lograra llevar y que cantaran para los Cadetes.
Sin contar con ningún presupuesto económico, pero totalmente animado en lograr este tipo de retos, lo único que le solicité al general Cervantes Aguirre, fue que me acompañaran un Oficial y 4 Cadetes de la Primera Compañía de Infantería, que según decían, eran los “altos, forros y bien mamados”, para fuéramos a la casa de José José, y llevarle unos vasos de cristal con el logotipo del Colegio Militar, extenderle una invitación para que visitara las instalaciones del Colegio, en donde lo nombrarían “Huésped de Honor”, y por acuerdo del general Cervantes, los Cadetes desfilarían frente a él.
Al llegar al domicilio de José José, en Océano número 90, en Jardines del Pedregal, “El Príncipe de la Canción”, se quedó totalmente impresionado al ver la presencia de los cuatro Cadetes del Colegio Militar, portando el uniforme de gala y acompañados por un oficial. Invitación que aceptó con gusto, quedando como fecha de su visita el jueves 23 de julio de 1981… ¡era mi cumpleaños!!, vaya manera de festejarlo. En punto de las tres de la tarde, un vehículo militar arribó al domicilio de José José para trasladarlo al Colegio Militar.
Antes de salir de su casa, José José me consulta que, si sería conveniente que llevara algunas pistas de sus éxitos, por si acaso, los Cadetes le pedían que cantara alguna canción. ¡Por supuesto!!, claro que te van a pedir que cantes una canción, le dije de inmediato. Total, se lleva 10 pistas. A su arribo al Heroico Colegio Militar, es recibido de inmediato por el general Cervantes Aguirre y previo a la ceremonia, lo invitan a realizar un rápido recorrido por las instalaciones, comenzando por los salones de clases, comedor, área ecuestre, gimnasios, fosa de clavados, Sala de Banderas, entre otras más. En punto de las 17:50 de la tarde, el coronel Delfino Mario Palmerín, quien era el comandante del Cuerpo de Cadetes, un extraordinario militar, que estuvo a nada de convertirse en secretario de la Defensa Nacional, nos indica que debemos pasar al Palco de Honor para presenciar la ceremonia y desfile de los Cadetes.
José José, acompañado de quien era su esposa Anel Noreña y su cuñado Manuel, me pide que le consiguiera un poco de cogñac, porque necesitaba calentar un poco las cuerdas vocales previo a que iba a cantar en el impresionante auditorio del Colegio Militar. Al término de la ceremonia, en donde lo declararon “Huésped de Honor”. Nos llevan al bellísimo auditorio. Al asomarme tras bambalinas, me percato que había tres mil cadetes listos para escuchar a su invitado especial. Detrás de mí, el general Cervantes me entrega un micrófono, con voz fuerte me dice: “A ver licenciado Cázarez, como usted fue quien trajo a José José, usted mismo lo va a presentar ante los Cadetes que quieren escucharlo” ¡Sopas!!, me quedé helado. A lo mero macho, me sentía frente al paredón.
No sabía qué hacer, todavía le refuto al general Cervantes: “Mi general, yo no soy Maestro de Ceremonias, por favor, ustedes tienen al Capitán Salvador Castañeda que es su Maestro de Ceremonias” Sin titubear, el general me dice: ¡Aquí, las órdenes las doy yo, más vale que obedezca!! ¿Le quedó claro?
Ya no había pérdida de tiempo, se abren las cortinas del escenario de este impresionante y moderno auditorio, el Coronel me da una palmada en la espalda y cerca del oído me dice: “Vamos, usted puede”. Me empuja suavemente para que me encaminara hasta el centro del escenario, de inmediato, un reflector me ubica, por dentro, yo me decía: ¡Trágame Tierra!! Así es que no me quedó ora que hacer frente a la situación.
¡Jóvenes Cadetes, muy buenas tardes, sean bienvenidos sean a este impresionante auditorio!! No sé si fue mi subconsciente, peor algo me hizo reaccionar de inmediato. ¿Qué babosadas estaba diciendo? ¡Los Cadetes vivían ahí!!, en todo caso, los “bienvenidos” éramos nosotros. Total armado de valor pero temblándome las “patitas”. Se me ocurre decir: “Mi nombre es Edmundo Cázarez, a partir de hoy, una vez al mes, tendremos el gusto de estar con ustedes, contando con la presencia de muy diversas personalidades del medio artístico, quienes han aceptado venir a visitarlos y ofrecerles algo de su repertorio. Quizás, todos se preguntarán ¿De dónde salió este? Bueno, pues quiero decirles que siempre fue mi deseo ser Cadete, pero debido a mi corta estatura, no me dieron chance y a lo mero ancho, soy el que se hace chiquito” Cuando escuché que los Cadetes sonreían… ¡el hielo se había roto!!
Así, es que no me quedaba otra que dar lo mejor de mí, ante un auditorio fuera de lo normal y en donde se respiraba un silencio sepulcral. “El dia de hoy, quiero pedirles que le briden un aplauso de fibra, que se escuche hasta el Zócalo para recibir al Príncipe de la Canción, al señor José José”. Uff, un estruendoso aplauso rompe el silencio, al momento de entregarle el micrófono a José José, me abraza y exclama: ¡Lo único que le faltó decir a mi querido amigo Edmundo, es que está tan pequeñito, que no le cabe ni la menor duda, pero viéndolo bien, como maestro de ceremonias lo hace mucho mejor que Raúl Velasco!! Y empieza a cantar seis de sus grandes éxitos con pistas, de pronto, hace una pausa y con la mano extendida me pide que lo acompañe en el escenario.
Totalmente emocionado y en un acto de absoluta honestidad, dice que le resulta ani profesional estar cantando con “pistas”, Mundo, qué te parece si el próximo jueves vengo con mi orquesta y coros, les ofrecemos un concierto de dos horas totalmente gratuito para los Cadetes y familiares, por favor, arréglalo con el general director, pero me disculpan, me parece una grave falta de respeto estar cantando así. El jueves 30 de julio de 1981, José José ofreció un concierto inolvidable, que, por cierto, también asistió el entonces secretario de la Defensa Nacional Félix Galván López. Al término de su espléndida actuación, el General Cervantes le hace entrega de una placa en reconocimiento a su memorable visita y el agradecimiento por su actuación para los Cadetes. Asimismo, el coronel Palmerín, le obsequió una hermosa chamarra bordada con el escudo del Heroico Colegio Militar y el nombre de José José a un costado.
A partir de esa fecha, durante año y medio, me di a la tarea de llevar a muy diversas personalidades artísticas, tales como Pedrito Fernández, Yolanda del Rio, Los Hermanos Castro, Beatriz Adriana, Nelson Ned, Pepe Jara, Manolo Muñoz, Gualberto Castro, Luis Miguel, Aida y Carlos Cuevas, la presentación estelar del Ballet Folclórico de Amalia Hernández, Juan José Calatayud, Los Joao, Emmanuel, Lucero, Yuri, Vicente Fernández, Joan Sebastián, entre otros, muchos, pero muchos más, al grado que Raúl Velasco pedía, una y otra vez, que lo invitara pero que el Heroico Colegio Militar le hiciera un gran reconocimiento a él, cosa que rechazaron terminantemente, pues el Colegio Militar solamente exalta a la bandera y a los héroes.
Posteriormente, durante la dirección del general Tomás Ángeles Dahuajare, lo eventos artísticos fueron espaciados por cada tres o cuatro meses.
Asimismo, viene a mi mente, las veces en que pude participar en las prácticas de maniobras de los Cadetes en el Cerro del Ajusco y en San Miguel de los Jagueyes, Estado de México, en donde tuve el honor de portar el uniforme del Heroico Colegio Militar, al quedar encuadrado en las filas de los Cadetes durante las prácticas de campo. ¡Que honor!! Y sin ser militar de carrera.
Estimado lector, lo invito para que vaya a ver la película Heroico y será un placer recibir sus valiosos comentarios.
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