Investigaciones recientes de Harvard han subrayado las consecuencias para la salud asociadas con los cambios en los horarios, especialmente cuando un país, como Estados Unidos, decide ajustar su huso horario o implementar el horario de verano. Estos cambios, aunque parecen menores, pueden afectar de manera significativa el bienestar de las personas.
El Daylight Saving Time comienza el segundo domingo de marzo y termina el primer domingo de noviembre. Durante este período, los relojes se adelantan una hora para maximizar la luz diurna. Sin embargo, investigaciones han demostrado que este ajuste, aparentemente leve, puede afectar los ritmos circadianos, los cuales regulan funciones esenciales como el sueño, el apetito y el estado de ánimo.
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El Dr. Charles Czeisler, profesor de medicina del sueño en Harvard, afirma que "adelantar el reloj una hora puede desajustar el ciclo circadiano del cuerpo, causando fatiga, alteraciones en el estado de ánimo y dificultades para concentrarse". Cuando este ciclo se altera bruscamente por un cambio en el horario, el cuerpo puede experimentar síntomas similares al jet lag, como fatiga, irritabilidad y dificultad para concentrarse.
Además, estudios de Harvard han revelado que estos cambios pueden aumentar el riesgo de problemas de salud a largo plazo. Alterar los patrones de sueño de forma constante se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, depresión, obesidad y diabetes. Un cambio en el horario también puede interferir con la calidad del sueño, afectando la capacidad de las personas para rendir en sus tareas diarias y generando estrés adicional en el cuerpo.
Por eso, cualquier decisión de cambiar el horario en un país debe considerar no solo los factores económicos o de energía, sino también los impactos en la salud pública.
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Para mitigar los efectos del cambio de horario, los expertos recomiendan ajustar gradualmente el horario de sueño, exponerse a la luz matutina y limitar el consumo de cafeína y alcohol. Esta advertencia subraya la importancia de equilibrar los beneficios económicos del horario de verano con el bienestar físico y mental de la población, un desafío que sigue siendo tema de debate en la política estadounidense.
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