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El concepto del fin del mundo ha fascinado y aterrorizado a la humanidad durante siglos. A lo largo de la historia, las culturas y religiones han imaginado de distintas formas cómo podría terminar el planeta, mientras que la ciencia ofrece su propia visión basada en teorías y observaciones sobre el destino del universo y la Tierra.
Desde una perspectiva científica, no se trata tanto de un "fin del mundo" abrupto, sino de escenarios basados en fenómenos astronómicos o climáticos que podrían poner en riesgo la vida en la Tierra. Recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard ha lanzado una alarmante advertencia sobre una nueva posible fecha para el fin del mundo.
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Según el estudio, se proyecta que el colapso global podría ocurrir antes de lo esperado, debido a una serie de factores interconectados que incluyen el cambio climático, la sobrepoblación, la escasez de recursos y el deterioro de los sistemas sociales y ecológicos. Este colapso sería “inevitable” si no se tomaban medidas drásticas para frenar el crecimiento demográfico y gestionar los recursos de manera sostenible.
La fecha estimada para este evento sería el 13 de noviembre de 2026, según revelan los investigadores, lo que ha generado gran controversia y preocupación entre expertos y ciudadanos. La sobrepoblación y el consumo excesivo de recursos continúan siendo problemas mundiales, aunque se han logrado avances importantes en varios frentes. Las tasas de crecimiento poblacional han disminuido en muchas partes del mundo y los avances tecnológicos han permitido una mejor gestión de los recursos naturales.
La relevancia actual de la predicción
A pesar de los errores en las proyecciones específicas del estudio de Harvard, las advertencias sobre los límites del crecimiento humano y el impacto en el planeta siguen siendo una realidad. El agotamiento de recursos naturales, la contaminación y los efectos del cambio climático requieren acciones inmediatas por parte de gobiernos y sociedades para mitigar posibles crisis futuras.
La predicción de von Foerster nos recuerda que no podemos ignorar los límites que nos impone la naturaleza. Si bien las mejoras en tecnología han permitido cierta gestión de los problemas, la humanidad sigue caminando sobre una cuerda floja, enfrentándose a las consecuencias de no actuar a tiempo.
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Aunque la predicción del fin del mundo en 2026 puede haber sido exagerada, los problemas que el estudio identificó siguen vigentes.