Los gérmenes, organismos microscópicos que incluyen bacterias, virus, hongos y parásitos, están presentes en todas partes, desde el aire que respiramos hasta las superficies que tocamos. Aunque muchos de estos microorganismos son inofensivos, otros pueden causar enfermedades y poner en riesgo nuestra salud. La clave está en comprender cómo funcionan los gérmenes y cómo protegernos de ellos.
En un mundo donde la higiene es crucial para nuestra salud, existe un detalle que pasa desapercibido: las etiquetas de desinfectantes nunca afirman alcanzar una eficacia del 100%. Este pequeño matiz esconde un principio científico que combina microbiología y matemáticas, explicado por el experto Hassan Vally en un artículo de Popular Science.
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¿Qué hace un desinfectante?
Un desinfectante es una sustancia química diseñada para destruir o inactivar bacterias, virus y otros microorganismos en superficies. En el hogar, donde estamos expuestos a millones de microorganismos a diario, los desinfectantes se convierten en herramientas clave para minimizar riesgos de infecciones.
Sin embargo, a pesar de la efectividad de estos productos, la eliminación total de microorganismos es científicamente imposible debido al principio del decaimiento logarítmico, un fenómeno que hace que la acción de los desinfectantes no sea lineal.
Por ejemplo, un desinfectante que elimina el 90% de los gérmenes en el primer minuto deja un 10% de la población original. En el siguiente minuto, ese 10% se reduce al 1%. Debido a este principio, es imposible garantizar una eliminación del 100% de los microorganismos, ya que incluso una reducción del 99,9% puede dejar miles o millones de gérmenes en la superficie.
En entornos controlados, los desinfectantes son altamente efectivos, pero en la vida cotidiana, factores como el tiempo de exposición, el tipo de superficie y las condiciones ambientales afectan su rendimiento. Muchos productos indican que el desinfectante debe permanecer en la superficie durante un tiempo específico para ser más efectivo, aunque esto a menudo se pasa por alto. Además, los microbios en el entorno cotidiano pueden ser más resistentes, lo que genera incertidumbre sobre su efectividad total.
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A pesar de estas limitaciones, los desinfectantes siguen siendo esenciales para reducir patógenos y prevenir enfermedades. Sin embargo, deben formar parte de un enfoque integral de higiene que incluya el lavado frecuente de manos y la limpieza regular de superficies. No eliminar el 100% de los gérmenes no es una deficiencia, sino una consecuencia natural de las leyes científicas, por lo que es fundamental complementar su uso con otras prácticas de higiene para maximizar la protección.
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