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Cada 17 de octubre se conmemora el Día Mundial del Dolor, una fecha para reflexionar sobre los padecimientos crónicos que lo producen y la necesidad urgente de encontrar un mejor alivio para el sufrimiento físico por enfermedades.
En el marco de esta fecha, abordamos la importancia de incluir la perspectiva de género en el tratamiento del dolor en las mujeres, al ser un tema que aún representa un tabú en la sociedad y entre la comunidad médica.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la Dra. Michelle Vanegas, Ortopedista y Traumatóloga, compartió algunas de las claves al tratar el dolor crónico enfocado a la perspectiva de género y puntualizando los retos que enfrentan las mujeres en el diagnóstico de enfermedades graves.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública, el dolor crónico es un problema de salud pública que afecta de 25 al 29 por ciento de la población mundial; sin embargo, en México se carece de información estadística que permita conocer el impacto del dolor crónico en la población.
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La importancia de la perspectiva de género en el tratamiento del dolor crónico
El alivio del dolor es un derecho universal de los seres humanos estipulado en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde el año 2000; no obstante, al hablar de dolor crónico en las mujeres su experiencia en este padecimiento se suele invalidar.
“Algo que pasa mucho en las mujeres es la normalización del dolor, es algo que veo en mis consultas todos los días con el 98% de mis pacientes porque desde niñas, muchas mujeres hemos escuchado la frase ‘Es normal que nos duela’, especialmente porque hay procesos biológicos relacionados como el dolor, como la menstruación, los cólicos o el dolor pélvico en general”, mencionó la especialista.
“Interiorizamos la idea de que sentir dolor es una parte inevitable de ser mujer y como resultado aprendemos a minimizar nuestros síntomas sin buscar atención médica”.
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Escala EVA: una herramienta subjetiva para medir el dolor
Instrumentos como la Escala Visual Analógica (EVA) es uno de los recursos más usados para medir el nivel de dolor de los pacientes, sin embargo, la Dra. Vanegas hizo énfasis en que es un instrumento subjetivo, ya que cada paciente percibe diferente el dolor.
“En la escala EVA, se explica al paciente: siendo 1 nada de dolor y 10 el peor dolor que hayas sentido en tu vida, ¿en este momento cuánto dolor tienes?, para que la persona de un número. No obstante, esta escala es subjetiva porque cada uno puede percibir y explicar su dolor de forma diferente”.
El dolor crónico y la importancia de nombrarlo para un diagnóstico certero
“Usualmente veo pacientes que llevan años con dolor y cuando pregunto si les duele, la mayoría de las mujeres responden ‘me duele lo normal’, cuando lo normal es que no duela. Se vuelve algo con lo que las mujeres viven y es una carga muy pesada”, señaló.
El vivir con dolor crónico repercute en muchas dimensiones de la vida, desde la capacidad para trabajar y concentrarse, hasta el disfrute de la vida diaria e incluso, el estado de ánimo.
“El dolor se convierte en algo esperado en la experiencia de ser mujer, en lugar de ser un signo de alerta clínica”.

“La normalización del dolor puede llegar a retrasar el diagnóstico de enfermedades graves, por ejemplo pacientes que viven toda su vida pensando que el dolor por cólicos es normal, cuando tienen endometriosis, dejando de lado que hay muchas cosas que se pueden hacer para mejorar su calidad de vida”, señaló Vanegas.
“El hecho de que se normalice hace que tardemos años en identificar un problema”.
Cómo se incluye la perspectiva de género en un diagnóstico
Este gran reto en la práctica médica que mejorar la calidad de vida en las mujeres se puede identificar con detalles como la escucha activa por parte de los profesionales de la salud, así como validar cada uno de los síntomas que se expliquen en la consulta.
“Al incluir la perspectiva de género en el abordaje del dolor y en nuestra atención médica en general significa reconocer que no todo el dolor es normal, que no tiene que minimizarse, que las mujeres merecen una atención igual de rigurosa que los hombres. Eso como médicos implica escuchar activamente, validar lo que los pacientes dicen y no asumir que están exagerando sus síntomas”, puntualizó.
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