Con su mirada profunda y movimientos precisos de compañía sigue siendo un misterio envuelto en terciopelo.
Cada 8 de agosto, el mundo hace una pausa para celebrar a ese ser silencioso que ha habitado desde mitologías hasta libros y sillones.
La terapia asistida con gatos es una modalidad terapéutica emergente que aprovecha la compañía y las características únicas de estos felinos para promover el bienestar físico, emocional y psicológico de las personas.
A pesar de que tradicionalmente los gatos han sido vistos como animales solitarios y poco sociables, estudios realizados en Bélgica y experiencias recientes demuestran que, cuando están bien socializados y entrenados, pueden convertirse en excelentes compañeros terapéuticos.
¿Cúales son los beneficios de la terapia asistida con gatos?
Esta forma de terapia ofrece beneficios que van desde la estimulación motora y el alivio del estrés hasta el apoyo en procesos emocionales y cognitivos, siendo una alternativa valiosa en contextos donde se buscan métodos innovadores y afectivos para mejorar la calidad de vida de diferentes poblaciones.
Que los gatos tengan un papel relevante como animales de asistencia está influenciado por la cultura japonesa. Este país ha tenido una relación estrecha con los gatos y, lejos de considerarlos sólo animales de compañía, los valora como símbolos de buena suerte, prosperidad y protección contra los malos espíritus.
En las últimas décadas, se ha vuelto común encontrarlos en cafeterías, especialmente en los llamados neko cafés. Más allá de disfrutar una bebida, estos espacios ofrecen la oportunidad de acariciar y convivir con gatos, lo cual tiene un efecto terapéutico en una sociedad con altos niveles de estrés.

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Debido a los beneficios observados, algunas empresas japonesas, como Qnote, han impulsado iniciativas similares para mejorar el ambiente laboral y reducir el estrés entre sus empleados.
En Europa, particularmente en Polonia y Bélgica, esta relación positiva llamó la atención de la comunidad científica. Hace nueve años, la Universidad de Varmia y Masuria ya contemplaba el uso de gatos como animales de asistencia para personas con padecimientos físicos y mentales. Este año, diversas instituciones belgas y la Universidad Estatal de Washington han confirmado que los gatos, al igual que los perros, pueden brindar consuelo a quienes lo necesitan.
“Tenemos este mito de que los gatos son huraños, que no pueden socializar y que lo único que hacen es morder, huir y arañarte. Pero la verdad es que, bien socializados, los gatos pueden facilitar distintas terapias, por ejemplo, para personas con discapacidad motora o niños con autismo. También sirven como compañía, especialmente en asilos, y algunos terapeutas los emplean para facilitar el desarrollo del habla en niños con problemas de lenguaje”, comentó Claudia Edwards, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
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Por otro lado, en una investigación aparte, científicos de la Universidad Estatal de Washington realizaron un experimento con jóvenes universitarios que consistía en acariciar perros y gatos de asistencia. El resultado fue una disminución significativa en los niveles de cortisol, la hormona asociada al estrés. Debido a ello, destacaron que esta terapia podría ser especialmente beneficiosa para personas que enfrentan ansiedad, depresión u otros trastornos de salud mental, ya que mejora el estado de ánimo.
Para que un gato pueda desempeñar funciones terapéuticas, es crucial que sea adaptado desde antes de nacer. Aunque en la etapa adulta algunos pueden ser entrenados, la tolerancia al contacto humano se relaciona con procesos que deben iniciarse desde que el felino está en el vientre materno. Esto se debe a que los gatos poseen en su piel células de Merkel, las cuales los hacen hasta 25 veces más sensibles al tacto que los humanos.

“Estas células son muy sensibles, y es necesario trabajar desde el embarazo de la madre para que los gatitos toleren el contacto. Eso explica por qué algunos gatos disfrutan ser acariciados, mientras que otros prefieren evitar el contacto. Por ello, no todos los gatos pueden ser utilizados como animales de asistencia”, explicó Edwards.
Los estudios belgas subrayan que, además de esta sensibilidad, también deben considerarse aspectos de personalidad y temperamento, ya que no todos los gatos poseen una disposición sociable adecuada para entornos terapéuticos.
Proyecciones de salud mental indican que, para el año 2040, la prevalencia de trastornos como ansiedad y depresión podría aumentar de manera significativa. Frente a este panorama, la terapia asistida con gatos adquiere una relevancia particular, gracias a sus múltiples beneficios físicos y emocionales.
Edwards afirmó que sí es pertinente considerarla en los sistemas de salud. No obstante, subrayó la importancia de fomentar el uso terapéutico de los gatos ya presentes en los hogares, como una forma accesible de brindar apoyo emocional.
“Yo creo que los tutores de gatos sabemos que identifican nuestros estados de ánimo. Vienen, se acuestan, te consuelan y juegan. Entonces, convivir con uno de ellos más allá de lo normal puede traer enormes beneficios. En el entorno clínico también es necesario considerarlos, pero asegurándose de que cumplan con ciertos requisitos: ser sociables, tener un temperamento estable y, por supuesto, procurar el bienestar del animal. El simple hecho de jugar con ellos te relaja y te ayuda a desconectarte de las preocupaciones”, dijo.
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