La es una práctica cotidiana fundamental para la higiene personal, pero a menudo se cometen errores que, aunque pasan desapercibidos, pueden tener consecuencias negativas para la piel. Según la dermatóloga española Ana Molina, existen cuatro hábitos comunes que deberían corregirse para mantener una piel saludable y protegida.

1. Agua demasiado caliente: un enemigo silencioso

Aunque ducharse con agua caliente puede ser reconfortante, especialmente en épocas frías, esta práctica daña la barrera protectora natural de la piel. Según la Dra. Molina, el agua caliente elimina los aceites naturales que protegen la piel, lo que puede provocar sequedad, irritación y agravar condiciones como el eccema. Por otro lado, el agua fría tampoco es ideal para un baño relajante.

La especialista recomienda usar agua templada, que limpia eficazmente sin comprometer la hidratación ni la función protectora de la . Este pequeño ajuste puede prevenir problemas cutáneos a largo plazo.

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2. Productos con un pH inadecuado

El uso de geles de baño con un pH alcalino es otro error común que puede afectar la salud de la piel. La dermatóloga destacó que el pH natural de la piel es ligeramente ácido, alrededor de 5.5, y que los productos demasiado alcalinos pueden eliminar la microbiota cutánea, un conjunto de microorganismos beneficiosos que actúan como defensa natural.

La solución es optar por productos suaves, diseñados para respetar el manto lipídico y adaptados al tipo de piel de cada persona. Leer las etiquetas y elegir fórmulas específicas puede marcar una gran diferencia.

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3. El uso de esponjas: un hábito cuestionable

Aunque las esponjas son un accesorio común en la ducha, la Dra. Molina señala que no son necesarias para una buena higiene. Estas acumulan humedad, creando un ambiente ideal para el crecimiento de bacterias que pueden causar infecciones cutáneas.

Además, las esponjas ásperas pueden irritar la piel, especialmente en personas con piel sensible. Para evitar estos problemas, la experta sugiere frotar las áreas más propensas a la acumulación de suciedad, como axilas y pies, utilizando solo las manos.

4. La espuma no garantiza limpieza

Un error frecuente es asociar la cantidad de espuma de un gel de baño con su eficacia para limpiar. Sin embargo, la Dra. Molina aclara que la espuma es solo aire y no influye directamente en el poder limpiador del producto.

En su lugar, se debe prestar atención a la composición del gel, el pH y los ingredientes activos que nutran la piel sin agredirla. Elegir productos con componentes suaves y libres de químicos agresivos puede mantener la piel en óptimas condiciones.



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