Las mantarrayas, esos imponentes habitantes de los océanos, poseen un sistema reproductivo tan singular como fascinante. Su nacimiento es el resultado de un proceso conocido como ovoviviparismo, que combina características de reproducción ovípara (desarrollo inicial en huevos) y vivípara (nacimiento de crías vivas).
Sobre este fenómeno, la bióloga y ornitóloga María Luz Thomann comparte su perspectiva científica: “Las mantarrayas representan un ejemplo impresionante de adaptación evolutiva. Su reproducción ovovivípara permite que las crías se desarrollen en un entorno protegido dentro del cuerpo materno, lo que aumenta significativamente sus probabilidades de sobrevivir en los océanos, donde las amenazas son constantes".
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La especialista explica que el ciclo reproductivo de las mantarrayas comienza con la fertilización interna. Los machos transfieren esperma a las hembras mediante estructuras especializadas llamadas claspers. Una vez fertilizados, los óvulos permanecen dentro del útero, encapsulados en una membrana que los protege durante las primeras semanas de desarrollo.
“En esta etapa inicial, los embriones dependen del saco vitelino, una especie de reserva alimenticia que les proporciona los nutrientes necesarios para su crecimiento. Más adelante, cuando este se agota, ocurre algo único: las paredes del útero materno producen un fluido rico en proteínas y grasas, conocido como leche uterina o histotrofia, que nutre a las crías hasta que están completamente formadas”, detalla María Luz Thomann .
Este mecanismo asegura que las mantarrayas jóvenes nazcan totalmente desarrolladas, con habilidades motoras básicas para nadar y alimentarse. Después de un período de gestación que puede durar entre 9 y 12 meses, las mantarrayas dan a luz en aguas poco profundas.
Según María Luz Thomann: “Cada cría, conocida como ‘pup’, nace con sus aletas dobladas alrededor de su cuerpo, lo que facilita su paso por el canal de parto. Al desplegarlas, están listas para nadar de inmediato y enfrentar el mundo marino”.
Estas crías, que miden entre 1 y 1,5 metros de ancho al nacer, son completamente independientes desde el primer momento. A pesar de su vulnerabilidad inicial frente a depredadores como tiburones, nacen con instintos que las ayudan a buscar alimento y refugio rápidamente.
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La importancia de proteger a las mantarrayas
María Luz Thomann subraya que, aunque esta estrategia reproductiva es efectiva, las mantarrayas tienen una baja tasa reproductiva: “Una hembra puede tardar varios años en reproducirse nuevamente, lo que las hace particularmente vulnerables a amenazas como la pesca excesiva y la destrucción de su hábitat”. Por ello, la experta insiste en la necesidad de proteger a estas especies para garantizar su supervivencia y preservar su papel en los ecosistemas marinos.