Las pulgas, diminutos insectos de apenas unos milímetros, poseen una habilidad asombrosa: pueden saltar hasta 200 veces la longitud de su cuerpo. Este fenómeno, que durante décadas desconcertó a científicos, finalmente ha sido explicado gracias a un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, publicado en The Journal of Experimental Biology.
El secreto de los saltos de las pulgas radica en una proteína especial llamada resilina, que actúa como un resorte biológico. Este material elástico, ubicado en las articulaciones de sus patas traseras (tarso), tiene la capacidad de acumular y liberar energía con gran eficacia.
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El mecanismo del salto
Acumulación de energía: Las pulgas utilizan músculos poderosos para comprimir la resilina, cargando energía en este "resorte".
Liberación explosiva: Una vez comprimido, el resorte libera la energía de forma inmediata, lo que permite que las patas traseras se extiendan con fuerza y lancen a la pulga hacia adelante y hacia arriba.
Resultados sorprendentes: Este mecanismo les permite alcanzar alturas de hasta 33 centímetros y velocidades imposibles de seguir a simple vista, algo crucial para evadir depredadores y moverse entre hospedadores.
El investigador Gregory Sutton y su equipo, usando cámaras de alta velocidad, confirmaron que las pulgas se impulsan desde sus tarsos y no desde otras partes de las patas como se pensaba anteriormente. Esta técnica de grabación permitió observar detalles invisibles a simple vista y resolver el enigma de su movimiento.
El diseño biológico de las pulgas demuestra una optimización evolutiva fascinante, convirtiéndolas en verdaderas maestras del salto. Este hallazgo no solo resuelve un misterio científico, sino que también abre puertas para aplicaciones en la biomimética y el diseño de materiales con propiedades similares a la resilina.