El sueño juega un papel crucial en la salud cerebral, según investigaciones recientes que revelan cómo la calidad y cantidad de descanso nocturno impactan en la función cognitiva y el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
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El ritmo moderno de vida no solo afecta nuestra productividad diaria, sino también nuestra salud a largo plazo. Un estudio reciente publicado en JAMA Neurology ha confirmado que tanto la duración como la calidad del sueño influyen significativamente en la salud del cerebro. Dormir menos de seis horas o más de nueve horas puede ser perjudicial, ya que interfiere con los procesos de limpieza y consolidación de la memoria durante el sueño profundo.
El equilibrio adecuado para descansar bien
Según expertos del Wu Tsai Neuroscience Institute de la Universidad de Stanford, encontrar el equilibrio adecuado, conocido como el "Sweet Spot", es crucial. Esto implica no solo la cantidad de horas de sueño, sino también la calidad del descanso. Dormir de lado, por ejemplo, mejora el sistema glifático del cerebro, que ayuda a eliminar toxinas y desechos que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades como el Alzheimer.
Establecer una rutina de sueño regular, donde se despierte y duerma a la misma hora todos los días, también es fundamental. Esta práctica no solo ayuda a entrenar al cuerpo para un descanso reparador, sino que también facilita la función cognitiva diaria al minimizar los efectos de un sueño interrumpido.
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Además, eliminar las distracciones como luces brillantes y notificaciones de dispositivos electrónicos antes de dormir es crucial para promover un ambiente propicio para el descanso. La oscuridad y el silencio contribuyen significativamente a la calidad del sueño, permitiendo que el cerebro descanse y se recupere adecuadamente durante la noche.
Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Salzburgo reveló que el cerebro humano monitorea activamente el entorno durante el sueño, respondiendo de manera diferente a estímulos familiares y desconocidos. Este fenómeno, reflejado en la actividad cerebral durante el sueño, sugiere un mecanismo adaptativo para proteger el descanso de posibles amenazas externas.
Por ello, cuidar la calidad y la regularidad del sueño no solo beneficia la salud física y mental a corto plazo, sino que también puede desempeñar un papel crucial en la prevención del deterioro cognitivo a medida que envejecemos.
Adoptar hábitos de sueño saludables es una inversión en la salud cerebral a largo plazo, ayudando a mantener la mente aguda y funcional durante más tiempo.
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