El 26 de marzo, México se conmocionó por el caso de una mujer de 74 años que ingresó armada junto a dos de sus hijos a una vivienda en Chalco, Estado de México.

En segundos, un altercado terminó en tragedia: dos hombres murieron y un menor resultó herido. Aunque la escena fue calificada como un intento de desalojo, el trasfondo va mucho más allá. El video se viralizó y generó preguntas sobre el fenómeno del despojo inmobiliario, en especial en el Estado de México, donde esta práctica es común y, en muchos casos, organizada.

A raíz de este suceso, el creador de contenido Yulay publicó un documental que pone voz al crimen: entrevistó a “El Rana”, un hombre que asegura tener más de dos décadas invadiendo casas.

Su testimonio revela la estructura informal y violenta de una red que opera en diversas colonias del Edomex.

Redes organizadas que lucran con el robo de viviendas deshabitadas, mientras millas de familias se quedan sin respuestas
Foto: Captura de pantalla en Youtube
Redes organizadas que lucran con el robo de viviendas deshabitadas, mientras millas de familias se quedan sin respuestas Foto: Captura de pantalla en Youtube

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“Primero la acampaneamos”, explica el invasor. Esto significa vigilar la vivienda para detectar si está deshabitada, sin mantenimiento, con pasto crecido o cerraduras oxidadas. Luego, envía a alguien —generalmente un joven— a “dormir” dentro de la propiedad por al menos tres días, como parte de una táctica para reducir riesgos legales.

Lo más alarmante es que este tipo de operativos no son improvisados. Según "El Rana", existe toda una nómina para operar: paga alrededor de 1,500 pesos semanales por persona, con un equipo que puede llegar hasta cien integrantes listos para tomar propiedades en minutos. “En tres minutos tengo que estar dentro con todo y muebles, porque los vecinos pueden llamar a la policía”, afirma.

El testimonio recogido en el documental confirma que detrás del despacho hay una operación compleja que incluye falsificación de documentos, grupos de choque y redes de venta ilegal. “Después de invadir una casa, generamos actas de entrega simuladas para parecer posesión legal”, revela el entrevistado.

Estas actas, aunque apócrifas, son utilizadas para intentar vender el inmueble a compradores conscientes del fraude o desesperados por un precio bajo.

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Además, existen organizaciones y hasta abogados que asesoran tanto a quienes invaden como a las víctimas. En el documental, Yulay también muestra la otra cara de la moneda: familias que han perdido su patrimonio, adultos mayores que han sido echados de sus casas mientras acudían a citas médicas, y personas que cobran por recuperar inmuebles.

Lo que comenzó como una historia violenta por un conflicto de vivienda se ha convertido en un espejo de una problemática nacional. El caso de Carlota “N” no solo reveló el drama de una familia, sino también el vacío legal, la corrupción y la falta de acción institucional frente a una mafia que se fortalece cada día.

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