La elección entre bañarse con agua fría o caliente va más allá de una simple preferencia personal. Según investigaciones científicas, ambos tipos de baño ofrecen beneficios únicos que impactan la salud física y mental. Entonces, ¿cuál conviene más? La respuesta depende de las necesidades específicas de cada persona y momento del día.
Miguel Sánchez Viera y María Alejandra Vallejos, director y miembro del Equipo de Dermatología del Instituto de Dermatología Integral de Madrid, manifiestan que los baños fríos, aunque pueden ser un desafío al principio, tienen efectos positivos comprobados en el cuerpo y la mente:
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- Reducción de la inflamación: El agua fría contrae los vasos sanguíneos, lo que disminuye la inflamación y alivia el dolor muscular, especialmente después de entrenamientos intensos.
- Mejora de la circulación: Estimula el flujo sanguíneo hacia los órganos internos, fortaleciendo el sistema cardiovascular.
- Fortalecimiento del sistema inmunológico: Estudios sugieren que las duchas frías regulares aumentan la producción de glóbulos blancos, ayudando al cuerpo a combatir infecciones.
- Incremento del estado de ánimo: El impacto del agua fría activa receptores cutáneos que liberan endorfinas y reducen el cortisol, la hormona del estrés.
- Mayor energía: Una ducha fría al despertar mejora la concentración y prepara al cuerpo para un día activo.
Beneficios de bañarse con agua caliente
Por otro lado, las duchas calientes ofrecen una experiencia relajante con múltiples ventajas para la salud:
- Relajación muscular: El calor reduce la tensión en los músculos y alivia dolores articulares.
- Mejora del sueño: Un baño caliente antes de acostarse promueve la relajación, ayudando a conciliar el sueño con mayor facilidad.
- Reducción del estrés: Estimula el sistema parasimpático, generando una sensación de calma y bienestar.
- Cuidado de la piel: El vapor abre los poros, facilitando una limpieza profunda y mejorando la hidratación de la piel.
- Mejor circulación: El agua caliente dilata los vasos sanguíneos, reduciendo la presión arterial y mejorando la salud cardiovascular.
Ambos tipos de baño tienen efectos positivos en la salud mental, pero sus beneficios varían:
- El agua fría es ideal para combatir la fatiga y el estrés agudo, ya que revitaliza el cuerpo y mejora el estado de ánimo.
- El agua caliente, en cambio, es mejor para reducir la ansiedad y relajarse tras un día agotador.
¿Cuál es la mejor opción?
En este contexto, no existe una respuesta universal. La clave está en adaptar el tipo de baño a las necesidades del momento:
- Opta por un baño frío si buscas energía, alivio muscular rápido o fortalecer tu sistema inmunológico.
- Elige un baño caliente para relajarte, reducir el estrés o preparar tu cuerpo para dormir.
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La ciencia respalda que alternar entre ambos, según las circunstancias, puede maximizar sus beneficios. Así que la próxima vez que abras la ducha, pregúntate: ¿qué necesita tu cuerpo hoy?