Melchor, Gaspar y Baltasar ya están listos para visitar los hogares, mientras los niños alistan las cartas que dejarán dentro del zapato o debajo del árbol de Navidad a los visitantes de Medio Oriente.
Según la tradición religiosa, Melchor, Gaspar y Baltasar eran unos magos que venían de Oriente para entregar oro, incienso y mirra, como presentes al niño Jesús de Nazaret, nacido en Belén. Su única guía era una estrella.
En México y España la tradición de la visita de los Reyes Magos continúa y cada año traen regalos a los pequeños que se portaron bien. Son los niños quienes se encargan de entregarles “cuentas” sobre su comportamiento en la carta que escriben, donde también expresan los regalos que les gustaría recibir.
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En la actualidad, también existe la posibilidad de entregar las cartitas en el Palacio Postal de Ciudad de México, ubicado en la zona centro de la capital. O bien, esperar que los ayudantes peludos de los Reyes Magos que “trabajan” en la Brigada de Vigilancia Animal se los hagan llegar.
Una de las recomendaciones que se ha hecho a los pequeños es evitar mandar su carta en globos, dado que estos tardan en degradarse hasta 450 años, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente local.
Además, en la Ciudad de México está prohibida la venta de globos para los Reyes Magos por tratarse de plásticos de un solo uso, por lo que conviene dejar la mensaje debajo del árbol.
¿Cuándo es el Día de Reyes?
Es muy importante dejar la carta a tiempo para que los Reyes Magos no tengan confusiones o retrasos. Ésta se debe dejar la noche del 5 de enero para esperar que el 6 de enero los monarcas de tierras lejanas hagan su recorrido para llegar a casa de los pequeños.
De acuerdo con el calendario, el Día de Reyes se celebra el 6 de enero de cada año, fecha a la que se le conoce como Epifanía y se parte la Rosca de Reyes.
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Esta tradición data de la Edad Media, cuando países como Francia y España acostumbraban a partir una rosca de pan, como símbolo de que el amor a Dios es eterno, es decir que no tiene ni principio ni fin.
Mientras que las frutas cristalizadas simbolizan las joyas incrustadas en las coronas de los Reyes Magos.
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