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Debido a la pandemia de Covid-19 millones de personas en el mundo han tenido que recurrir a las clases en línea para no detener su formación. Este esquema virtual no solo es útil para llegar a más personas y acercar a los mejores profesionales, sino para “mantenerlos vivos”, como sucedió en una universidad de Canadá.
El medio The Verge compartió la historia de Aaron Ansuini, un estudiante de la Universidad de Concordia que, tres semanas después de haber iniciado su clase en línea sobre historia del arte, buscó en el portal de la universidad información de su profesor para resolver una duda que tenía sobre una de las conferencias que había visto.
Como en la página no logró encontrar el contacto del maestro François-Marc Gagnon, decidió recurrir a Google y apareció un obituario . Al principio, Ansuini pensó que podría ser una coincidencia, pero al buscar más se enteró que el profesor había muerto en marzo de 2019 , es decir más de un año antes de que él iniciara el curso.
"Fue extraño y muy aterrador ", dijo Ansuini. Y es que, al registrarse para la clase, no recibió ninguna aclaración de que Gagnon había muerto y simplemente se estaban compartiendo sus videos. Si bien la universidad nombró a un profesor diferente como instructor oficial, toda la comunicación por correo electrónico parecían venir de Gagnon.
La revelación ha cambiado por completo la experiencia de clase de Ansuini. "Realmente ya ni siquiera quiero ver las conferencias. No se siente como una clase. Se siente como uno de esos sitios web de aprendizaje en línea ”.
Más allá de lo desconcertante que resultó para el alumno enterarse la condición de su profesor, la razón por la cual no está de acuerdo con que la universidad no le haya informado es que tiene una discapacidad de aprendizaje y el seguimiento con los instructores fuera de clase ha sido un aspecto importante de su educación en línea pues les hace saber que está avanzando en la asignatura aunque, quizá, no al mismo ritmo que sus compañeros.
Educación en línea con algunos secretos
La situación anterior ha puesto en la mira las prácticas que algunas instituciones están utilizando para brindar educación en línea a los estudiantes, no siempre de la manera más transparente.
En el caso de la Universidad de Concordia, es probable que legalmente tenga derecho a seguir utilizando la conferencia grabada de un profesor después de su muerte pues es común que los contratos con los docentes indiquen que la propiedad intelectual que generen es propiedad de la institución.
El problema es que docentes de todo el mundo han externado su preocupación de que, a partir de la pandemia que los obligó a adoptar el esquema digital , sus universidades usaran sus conferencias grabadas como quisieran. Muchos consideran que, al tener la información de las asignaturas , las instituciones las acercarán a los alumnos usando solo un asistente virtual , dejando al profesor fuera de la fórmula.
Ante ello, la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios y la Federación Estadounidense de Docentes advirtieron públicamente que las escuelas no deberían aprovechar la contingencia sanitaria para apropiarse de la propiedad intelectual a la que de otro modo no hubieran tenido acceso.
Los estudiantes también se han opuesto a la falta de acceso a sus instructores. Muchas familias consideran que las clases en línea no brindan los mismos beneficios que las presenciales y que el costo de la matrícula no puede seguir siendo el mismo pues las instituciones están ahorrando costos.
Además, los universitarios suelen tener la expectativa de que tendrán cierto grado de acceso a sus profesores, a través de grupos de discusión, horas de oficina, preguntas en clase e incluso la posibilidad de chatear por correo electrónico o por teléfono, de otra manera, la experiencia educativa sería la misma que pueden obtener, por ejemplo de ver conferencias en YouTube de forma gratuita.
Al final, un profesor fallecido no puede responder correos electrónicos, facilitar discusiones en clase, brindar oportunidades de establecer contactos o mantenerse actualizado.
Cabe señalar que la Universidad de Concordia le dijo a The Verge que habían actualizado la biografía del Dr. Gagnon y que lamentaba la confusión.