Al hablar de dispositivos electrónicos, existen distintas especificaciones, medidas y conceptos que le ayudan a los usuarios a compararlos entre sí, además de saber qué rendimiento y funcionamiento esperar de ellos. Hay algunos que se han vuelto muy comunes de escuchar (como el almacenamiento interno o la memoria RAM). Pero, hay otros no tan comunes… como la tasa de refresco

Para explicar qué es la tasa de refresco, primero se debe explicar qué es la unidad que sirve para medirla. En este caso, estamos hablando de los hercios (Hz). Por definición, un hercio es la unidad de frecuencia del Sistema Internacional de Unidades. Se le llamó de ese modo en honor al físico alemán que descubrió la propagación de las ondas electromagnéticas: Heinrich Rudolf Hertz. 

Un hercio equivale a un ciclo por segundo (término que fue reemplazado por hercio en 1970). La repetición de un suceso equivale a un ciclo. Entonces, un hercio mide la cantidad de veces que un suceso se repite durante un segundo; los Hz miden frecuencias. Es una medida que sirve para cuantificar la cantidad de veces que se repite una onda sonora por segundo, las olas de mar que llegan a la playa, o las vibraciones de un sólido.

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Las pantallas de los dispositivos, aunque parezca que todo el tiempo están encendidas, se apagan y encienden constantemente. Al hacerlo, la imagen cambia y “se refresca”. La persistencia retiniana, fenómeno óptico por el cual la retina conserva durante determinado tiempo las imágenes y te ayuda a percibir con naturalidad las transiciones de una imagen a otra en las películas, es lo que hace que no notemos esos constantes apagones en las pantallas.

Entonces, la tasa de refresco medida en hercios, cuantifica las veces que se enciende y apaga una pantalla al segundo. Pero, ¿de qué sirve tener una mayor o menor frecuencia de refresco?

Tener una mayor frecuencia de refresco, ayuda a mejorar la experiencia visual al jugar videojuegos, ver películas o ver una pantalla en general. Entre mayor sea el número de hercios de la pantalla, más fluido se apreciará el movimiento en la misma. Aunque es importante mencionar que el procesador de los dispositivos juegan un papel importante dentro de esta experiencia. 

Aunque la fluidez de la imagen percibida por nuestros ojos va a mejorar al tener una tasa mayor de refresco, también existen ciertas desventajas asociadas. Por ejemplo, las pantallas con mayores tasas consumen más energía que aquellas con menor frecuencia (aunque las pantallas con tasas más altas se encienden y apagan más veces al segundo, los encendidos son más breves).

Debido a que la fluidez de la imagen en pantalla mejora, esta medida resulta importante dentro de las especificaciones de un monitor para gaming, por ejemplo. A medida que los teléfonos móviles han evolucionado, las pantallas también lo han hecho. Hasta hace poco, todos, o casi todos, los smartphones tenían pantallas de 60 hercios (o sea, la pantalla actualiza la imagen 60 veces por segundo). Con la llegada de videojuegos a móviles, algunos modelos han incrementado su tasa de refresco a 120Hz

Existe otra medida que va de la mano directamente con la frecuencia de refresco: el frame rate, fotogramas por segundo o fps. Los fps miden la velocidad con la que se muestran los fotogramas en pantalla; entre más grande sea el número de fps, la sensación de fluidez de imagen será mayor. Es por eso que van de la mano.

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Aunque los fps y la frecuencia de refresco pueden sonar a lo mismo, la realidad es que no lo son. La frecuencia de refresco es la medida física; es lo que la pantalla puede brindarte por como fue construida. Es decir, la frecuencia de refresco está determinada por el hardware (monitor, pantalla del móvil). Los fps son los fotogramas que puede dar el contenido (videojuegos, por ejemplo); los fps están determinados por el software

Para explicar la relación entre estas dos medidas, pongamos un ejemplo práctico. Si la pantalla frente a nosotros tiene una tasa de refresco de 60Hz y el contenido corre a 60 fps, vamos a poder ver un fotograma nuevo cada vez que la pantalla se apague y se vuelva a encender. Pero si el monitor es de 60 hercios y el videojuego corre a 150 fps, habrá una pérdida de fps (que puede causar fallas como el screen tearing). En el caso contrario, cuando hay más Hz en pantalla y menos fps, se pueden tener fallas como el stuttering

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