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En el campo de la fotografía han quedado en el baúl de los recuerdos los legendarios artistas retocadores cuyos trabajos dieron origen a lo que diversos programas de cómputo realizan en las pantallas de computadoras para mejorar las imágenes.
Los métodos de retocado que ellos utilizaban eran múltiples y variados. El más sencillo consistía en recortar varias fotografías con una cuchilla, obteniendo diversos elementos de cada una de ellas, para luego colarlos todos juntos en pilares para hacer una nueva composición a modo de collage realista. Con una iluminación adecuada, se saca una última fotografía al montaje, generando así el nuevo original.
Como se mostró en el Mochilazo en el Tiempo de El Universal , en este proceso solo los expertos podían omitir ciertos defectos en las caras o embellecer las pestañas, las cejas, el contorno de ojos o el cabello en las fotografías impresas en papel o en el negativo. Para la realización usaban pinturas de colores y pequeños pinceles o lápices de dibujo con las puntas del grosor de un alfiler.
Otras técnicas incluían múltiples exposiciones en un solo negativo o generar una foto desde varios negativos superpuestos. Al final se mezclaban dos o más imágenes en una sola. También existía el retoque manual por medio de pincel, o aerógrafo, y tinta negra directamente sobre el negativo , recurriendo a la técnica del puntillismo, corrigiendo imperfecciones o haciendo desaparecer elementos existentes. Esta técnica recreaba obras y toda fotografía se convertía en una obra de arte.
La exposición, en el cuarto oscuro fotográfico , de ciertas partes de la fotografía a más o menos luz y la utilización de unos elementos químicos u otros por zonas, también generaban otros efectos, por ejemplo: se ocultaban o recalcaban sombras y zonas claras, mejorando la luminosidad o el brillo, oscureciendo, etcétera.
En la actualidad, este oficio pocos lo ejercen y conocen gracias a la rapidez de la vida cotidiana ya que es mayor la gente que prefiere lo digital por rápido y por ser de bajo costo.