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Huawei es uno de los mayores fabricantes tecnológicos del mundo. Pero, en el último año, la compañía china se ha visto envuelta en varias controversias que le han situado en el foco mediático, con el desarrollo del 5G cada vez más cerca.
Este pasado fin de semana, Google anunció que impedirá a Huawei el uso de algunas actualizaciones dentro del sistema operativo Android, así como algunas de sus populares aplicaciones.
La medida se dio a conocer después de que el gobierno de Trump añadiera a Huawei a una lista de compañías con las que las empresas estadounidenses no pueden negociar a menos que tengan una licencia especial.
Trump junto a otros líderes occidentales temen que Huawei esté siendo utilizada por China como herramienta de espionaje, acusaciones que la firma niega con vehemencia.
¿Es Huawei verdaderamente culpable? ¿O es acaso víctima de rumores falsos, como afirmó la empresa?
Esta es la historia de cómo comenzó Huawei y de cómo creció hasta colocarse en el ojo del huracán.
Un hackeo misterioso
La sede de la Unión Africada en Addis Abeba es una brillante estructura similar a una nave espacial que brilla bajo el sol de media tarde.
Se destaca en la capital etíope junto al rascacielos que la acompaña.
Saludos en mandarín dan la bienvenida a los visitantes cuando entran en los ascensores y unas palmeras de plástico exhiben los logos del Banco de Desarrollo de China.
Por todas partes hay pequeñas pistas de que el edificio fue construido con dinero de China.
En 2006, Pekín prometió US$200 millones para construir las oficinas. Se completaron en 2012 y todo fue fabricado a medida por los chinos, incluido un sistema informático de última generación.
El edificio pronto se convirtió en un orgulloso testimonio de los cada vez más estrechos lazos entre China y África.
Los acuerdos comerciales se dispararon durante las dos últimas décadas, creciendo en torno a un 20% cada año, según la consultora internacional McKinsey.
De hecho, China es ahora el mayor socio económico de África.
Sin embargo, en enero de 2018, el diario francófono Le Monde Afrique dejó caer una bomba al publicar que el sistema informático de la UA había sido comprometido.
El periódico, citando varias fuentes, dijo que durante cinco años, entre la medianoche y las dos de la mañana, los datos de los servidores habían sido transferidos a unos servidores en Shanghái, a más de 8.000 km de distancia.
Eso se produjo presuntamente durante 1.825 días consecutivos.
Según Le Monde Afrique el problema se descubrió en 2017, cuando un científico que trabajaba para la UA registró una cantidad inusualmente alta de actividad informática en sus servidores durante horas en que las oficinas habrían estado vacías.
También reportó que habían sido descubiertos micrófonos y dispositivos de escucha en las paredes y escritorios del edificio luego de una búsqueda de errores informáticos.
La reacción fue rápida.
Tanto la UA como los funcionarios chinos tacharon públicamente el informe de falso y sensacionalista. Dijeron que era un intento de los medios occidentales para perjudicar las relaciones entre una China más asertiva y un África cada vez más independiente.
Pero Le Monde Afrique dijo que los funcionarios de la Unión Africana habían expresado de forma privada preocupaciones sobre su dependencia excesiva de China y las consecuencias que eso podría tener.
Y, en medio de ese tumulto, hubo un hecho del que no se informó durante mucho tiempo.
El principal proveedor de sistemas tecnológicos de información y comunicación para las oficinas centrales de la UA era la empresa de equipos de telecomunicaciones más conocida de China, Huawei.
"Eso no significa que la compañía fue cómplice del posible robo de datos", dice Danielle Cave del Instituto Australiano de Políticas Estratégicas en un análisis del supuesto incidente.
"Pero... es difícil ver cómo -dado el rol de Huawei en la provisión de equipos y servicios de TIC claves para el edificio de la UA y específicamente su centro de datos- la compañía realmente nunca se haya enterado del aparente robo de grandes cantidades de datos, todos los días, durante cinco años", agrega.
"Si se produjo una filtración de datos desde computadoras en la sede de la UA en Addis durante un período prolongado de tiempo, esas filtraciones no se originaron en tecnología proporcionada por Huawei", le dijo por su parte un portavoz de la empresa a la BBC.
"Lo que Huawei le proporcionó al proyecto de la UA incluía tecnología para el centro de datos, pero la misma no tenía ninguna función de almacenamiento o transferencia de datos" agregó.
Tampoco hay evidencia que indique que el equipo de la red de comunicaciones de Huawei alguna vez haya sido empleado por el gobierno chino -ni por nadie más- para acceder a los datos de sus clientes.
Huawei también fue uno de varios proveedores del proyecto.
Y, de hecho, nadie nunca ha confirmado oficialmente que la seguridad del sistema de la UA se haya visto comprometida.
Pero estos reportes han ayudado a atizar años de sospechas sobre Huawei y sobre la posibilidad de que una gran compañía china pueda verse indebidamente influenciada por el gobierno de su país.
Ren y el auge de Huawei
"Cuando yo empecé, hace 30 años... la verdad es que no teníamos teléfonos. Los únicos teléfonos que habían eran esos de manivela que se ven en las películas sobre la Segunda Guerra Mundial. La verdad es que estábamos bastante subdesarrollados".
El fundador y presidente ejecutivo de Huawei, Ren Zhengfei, recuerda para la BBC los orígenes del segundo fabricante de teléfonos inteligentes del mundo.
La conversación tiene lugar en la sede de la empresa en Shenzhen, un símbolo del éxito para el que ha trabajado toda su vida.
Una gigantesca escalera de mármol, cubierta por una elegante alfombra roja, es lo primero que uno ve al entrar. Al final de las escaleras, hay una gigantesca pintura que representa una tradicional escena del año nuevo chino.
Y a unos pocos kilómetros de ahí, en Dongguan, las últimas instalaciones de Huawei son todavía más impactantes.
El lugar -diseñado para albergar a los 25.000 empleados de la empresa que trabajan en investigación y desarrollo- está formado por 12 "aldeas", y cada una recrea la arquitectura de una ciudad europea distinta, incluyendo París, Bolonia y Granada.
Es como si el Silicon Valley hubiera sido reimaginado por Disney: largos corredores de pilares romanos y pintorescos cafés franceses adornan el campus, mientras que el tren que conecta las diferentes zonas pasa por cuidados jardines y un lago artificial.
Un notable cambio con el ambiente que rodeaba a Ren al momento de fundar la compañía, en 1987.
"Fundé Huawei cuando China empezaba a implementar su política de reforma y apertura", cuenta.
"En esa época China estaba moviéndose de una economía planificada a una economía de mercado. Y no solo la gente como yo, sino también los más altos funcionarios de gobierno, no teníamos la más vaga idea de lo que era una economía de mercado. Parecía que sobrevivir iba a ser muy difícil", recuerda.
Ren nació en 1944 en el sur de China, un lugar tumultuoso y caótico que también era una de las regiones más pobres de un país bastante pobre.
Y como parte de una familia con siete hijos, durante mucho tiempo solo supo de privaciones.
"Eran muy pobres", dice David De Cremer, el coautor de un libro sobre Ren y Huawei.
"Creo que las privaciones son algo que puedes ver a lo largo de su vida, y él las sigue destacando", agrega De Cremer.
Para escapar a esa vida de pobreza y penosos trabajos, Ren hizo lo mismo que muchos jóvenes chinos de la época: se unió al ejército.
"Era un oficial bastante menor del Ejército Popular de Liberación", cuenta el fundador de Huawei. "Trabajaba en un proyecto de construcción ordinario, no una unidad de campo. Para ese entonces era un técnico en una empresa del ejército y luego me hice ingeniero", recuerda.
Y cuando China empezó a reducir sus fuerzas en 1983 salió del ejército y entró al negocio de la electrónica.
El mismo Ren admite que al principio no era un muy buen hombre de negocios.
"Para ese entonces era alguien que había pasado toda su vida en el ejército, estaba acostumbrado a hacer lo que se ordenaba", dice.
"De pronto, empecé a trabajar en una economía de mercado. estaba completamente perdido. Así que yo también sufrí pérdidas, a mí también me engañaron, y también me estafaron", cuenta.
Ren, sin embargo, aprendía rápido, y era un ávido estudiante de las prácticas comerciales occidentales y de la historia europea.
"Investigué de qué se trataba exactamente una economía de mercado", dice. "Leí libros sobre leyes, incluso sobre leyes europeas y estadounidenses. En ese momento, había muy pocos libros sobre leyes chinas, así que tuve que leer sobre leyes europeas y estadounidenses".
Cinco años más tarde, fundó Huawei -que puede ser traducido como "logro espléndido" o "China es capaz"- para vender sencillos equipos de telecomunicaciones en el mercado rural chino.
Pero en unos pocos años la empresa ya estaba desarrollando y fabricando sus propios equipos.
Luego, en algún momento a inicios de la década de 1990, Huawei obtuvo un contrato gubernamental que la convirtió en proveedora de equipos de telecomunicaciones del Ejército de Liberación Popular.
En 1995 la empresa ya generaba ventas por del orden de US$220 millones, principalmente por sus ventas en el mercado rural.
Y al año siguiente, a Huawei se le otorgó el estatus de "paladín nacional" de China, lo que en la práctica significó que el gobierno le cerró la puerta a la competencia extranjera.
En un momento en que la economía de China crecía en promedio 10% al año, esta no era una ventaja pequeña.
Pero fue solamente cuando Huawei empezó a expandirse hacia el extranjero en el año 2000 que sus ventas despegaron de verdad.
En 2002, la empresa hizo más de US$552 millones en ventas en mercados internacionales. Y en 2005 sus contractos en mercados internacionales superaron a sus negocios domésticos por primera vez.
El caso en su contra
Era el 1ro de diciembre de 2018. El presidente de EE.UU., Donald Trump, y su contraparte china, Xi Jinping, estaban cenando filete a la parrilla (seguido por panqueques con dulce de leche) en la cumbre del G8 en Buenos Aires.
Tenían muchas cosas de las que hablar. EE.UU. y China estaban en medio de una guerra comercial -imponiendo tarifas a los bienes producidos por el otro- y como consecuencia las expectativas de crecimiento de ambos países habían sido revisadas a la baja, a lo que se sumaban temores de una ralentización de la economía global.
Pero durante la cumbre, ambos líderes acordaron una tregua, y Donald Trump escribió en Twitter: "¡Las relaciones con China han dado un GRAN salto hacia adelante!"
A miles de kilómetros de distancia, sin embargo, en Canadá, se estaba produciendo un arresto que pondría en peligro ese acercamiento.
Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei e hija mayor de Ren, había sido detenida por funcionarios canadienses mientras cambiaba de avión en el aeropuerto de Vancouver.
El arresto se había producido a solicitud de EE.UU., que la acusa de haber violado las sanciones contra Irán.
"Cuando la detuvieron, como padre, el corazón se me rompió", dice un claramente emocionado Ren. "¿Cómo podía ver a mi niña sufrir así? Pero lo que pasó, pasó. Solo podemos depender de la ley para solucionar este problema".
Y los problemas de Huawei apenas estaban comenzando, Casi dos meses después, el departamento de Justicia de EE.UU. formalizó dos acusaciones en contra de Meng y Huawei.
En la primera se acusa a Meng y a Huawei de haber engañado a los bancos y al gobierno de EE.UU. sobre sus negocios en Irán.
La secunda acusación -en contra de Huawei- incluye cargos criminales que como obstrucción de justicia y el intento de robo de secretos industriales.
Tanto Huawei como Meng rechazan los cargos.
Y a inicios de marzo la firma también introdujo su propia demanda judicial contra el gobierno de EE.UU. y su decisión prohibir a las agencias federales que adquieran equipos de la compañía.
La acusación de robo de secretos industriales se centra en una herramienta robótica conocida como Tappy desarrollada por T-Mobile.
Según los documentos legales, Huawei trató de comprar Tappy, un dispositivo que imita a los dedos humanos tocando rápidamente las pantallas de los celulares para probar su capacidad de respuesta.
En esa época, T-Mobile tenía una sociedad con Huawei, pero rechazó las ofertas de la compañía china por temor a que esta empleara la tecnología en la fabricación de teléfonos para sus competidores.
Y se afirma que uno de los empleados de Huawei en EE.UU. sacó el brazo robótico Tappy en su mochila para poder enviar detalles sobre el mismo a China.
Cuando el robo se descubrió, el empleado de Huawei dijo que el brazo había caído dentro de su bolso por accidente.
La empresa, por su parte, argumenta que el empleado actuó por su cuenta y dice que el caso se arregló extrajudicialmente en 2014. Pero la última acusación se fundamenta en correos entre ejecutivos en China y los empleados de la empresa en EE.UU. que vinculan a los directivos de la empresa con el supuesto robo.
El pliego también da detalles sobre un supuesto esquema de bonificación que data de 2013, en el que se le ofrecen incentivos a los empleados de Huawei a cambio de robar información confidencial de sus competidores.
La empresa niega la existencia de semejante esquema.
Esta no es la primera vez que Huawei ha sido acusada de robar secretos industriales. A lo largo de los años, empresas como Cisco, Nortel y Motorola han apuntado a la empresa china con dedo acusador.
Pero los temores en EE.UU. van mucho más allá del espionaje industrial.
Por más de una década, el gobierno de EE.UU. ha considerado a la compañía como poco más que una brazo del Partido Comunista de China.
Y el año pasado Australia fue todavía más allá, prohibiendo la compra de equipos por parte de proveedores "muy probablemente sujetos a las instrucciones extrajudiciales de un gobierno extranjero".
Huawei no fue mencionada directamente, pero Danielle Cave dice que la compaña representa un peligro por sus vínculos con el gobierno chino.
Y la analista también cita un artículo de la ley china que hace imposible que una compañía se rehúse a ayudar al Partido Comunista de China en la obtención de información de inteligencia.
"Es cierto que lo que falta en este debate es 'la pistola humeante'", dice de la ausencia de pruebas.
"Y para la gente normal que tiene un teléfono Huawei, no es gran cosa. Pero si eres un gobierno occidental que tiene que proteger su seguridad nacional, ¿por qué permitirías el acceso de una compañía que está en el sistema político en el que está China?", plantea.
Ren, por su parte, dice que los recursos de Huawei nunca han sido y nunca serán empleados para espiar a favor del gobierno chino.
"El gobierno chino ha dicho claramente que no le pedirá a las compañías que instalen puertas traseras", dice del término empleado para describir un punto de entrada secreto en un programa o sistema informático.
"Y Huawei tampoco lo haría", afirma. "Nuestros ingresos por ventas en la actualidad suman miles de millones de dólares. No vamos a arriesgarnos a enojar a nuestros clientes en nuestro país y en el resto del mundo por algo así. Perderíamos todo nuestro negocio. No voy a correr semejante riesgo", afirma.
La China de Xi
Zhou Daiqi es el funcionario de Huawei a cargo del departamento de cumplimiento de normas y ética.
Ha estado con la empresa por más de 25 años, en varios puestos diferentes: ingeniero en jefe, director del departamento de software, director del centro de investigación en Xi'an, según su biografía en la página web de la compañía.
También se dice que combina sus deberes como alto ejecutivo con otro papel: el de secretario del comité del Partido Comunista en Huawei.
Por ley, todas las compañías en China deben tener un Comité del Partido Comunista.
El argumento oficial es que dichos comités existen para garantizar que los empleados respeten los valores sociales y morales del país. A menudo, a los representantes del comité también se les pide que ayuden con los problemas financieros de los trabajadores.
Los críticos del sistema de partido único de China, sin embargo, afirman que su rol es facilitar el control del Estado sobre la China corporativa. También dicen que este control ha aumentado en los últimos años.
"[El presidente] Xi Jinping está ejerciendo mayor control sobre la comunidad empresarial de China", dice Elliott Zaagman, quien a menudo asesora a empresas chinas en materia de relaciones públicas.
"Y cuando estas compañías ganan cada vez más poder e influencia en el extranjero, menos razón tiene el partido para querer perder ese control", agrega.
Ren, sin embargo, sostiene que el rol del comité del Partido Comunista en Huawei es mucho menos importante de lo que muchos en Occidente creen.
"Solo sirve para educar a sus empleados", dice. "No participa en ninguna decisión de negocios".
Sin embargo, la robusta defensa que el Partido Comunista chino ha hecho de Huawei también ha sembrado dudas sobre qué tan independiente es realmente la compañía de su influencia.
Por ejemplo, Pekín ha calificado el arresto de Meng como un abuso de derechos humanos.
Y mientras avanza el proceso para su extradición a EE.UU., China ha arrestado a dos ciudadanos canadienses acusándolos de robar secretos estatales.
Varios críticos afirman que ambas detenciones están vinculadas al arresto de Meng.
Ren no comenta sobre el arresto de los canadienses, pero dice que la defensa que China hace de Huawei es perfectamente comprensible.
"El deber del gobierno chino es proteger a su gente", dice.
"Y si EE.UU. trata de obtener una ventaja competitiva socavando a la empresa de alta tecnología más destacada de China, entonces es comprensible que el gobierno chino, a su vez, proteja a sus compañías de alta tecnología", explica.
En los últimos años, sin embargo, han habido signos de una mayor presión gubernamental para que las empresas privadas, y en particular aquellas del mundo de la tecnología, se adhieran a las reglas del partido.
Y los problemas del gigante chino del sector transporte Didi Chuxing son un ejemplo de las dificultades que enfrentan las empresas chinas cuando tratan de mantener su independencia.
La actitud de los chinos a los temas de registro y privacidad de los datos son muy diferentes a las de Occidente, pues a muchos no les importa que las empresas puedan acceder a sus datos ya que sostienen eso hace las cosas más fáciles en la vida y en el trabajo.
Así que no hubo nada de inusual en que, después del asesinato de dos pasajeros a manos de conductores de Didi, los reguladores utilizaran el escándalo para tratar de obligar a que la empresa compartiera más información con el gobierno.
Didi -una especie de Uber chino- trató de resistir, argumentando que eso comprometería la privacidad de sus clientes. Pero bajo la ley china, no tenía otra opción.
Y cuando cooperó, entregó "tres cajas de datos impresos en papel, incluyendo 95 copias físicas para su revisión por parte de las autoridades".
Según Samm Sacks, del Centro Internacional de Estudios Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés) el caso demuestra que "el acceso del gobierno a datos en China no es la rebatiña que muchos se imaginan fuera del país".
La experta considera además que el caso también sugiere que hay "una especie de tira y afloja entre el gobierno y las empresas sobre el tema del acceso a los datos".
Y la imagen de las compañías chinas en el extranjero dependerá en buena medida de cómo se resuelva esto.
Empresas como Huawei han crecido en un sistema donde para sobrevivir y triunfar se necesitaban fuertes vínculos con el gobierno. No había, ni hay, otra posibilidad.
Pero esos vínculos pueden dañar su reputación en el exterior.
"Son dos sistemas diferentes", dice Zaagman. "Una buena comparación es un enchufe. El enchufe de China no calza con los que tenemos en Occidente".
"Básicamente uno quiere conectarse con todo lo que puede ser conectado", agrega.
Lo que está en juego
Zhu Peiying, el director del laboratorio inalámbrico 5G de Huawei, muestra los aparatos que pueden conectarse a la nueva tecnología.
Del cepillo de dientes inteligente que recoge información acerca de qué tan bien te cepillas a la taza que te recuerda que deben beber más agua, este es un mundo donde todo lo que se te ocurra puede ser medido y analizado.
También se cree que Huawei puede ofrecer precios un 10% más baratos que sus competidores, aunque sus críticos dicen que eso es porque reciben apoyo estatal.
Ren desestima esos señalamientos afirmando que Huawei no recibe subsidios gubernamentales.
Y dice que la verdadera razón detrás de los ataques estadounidenses contra Huawei es que su tecnología es superior.
"Estados Unidos no podrá destruirnos. El mundo necesita a Huawei porque somos los más avanzados", dice.
"Incluso si logran convencer a más países de que no nos usen temporalmente, simplemente podemos desacelerar un poco", asegura.
De hecho, muchos analistas dicen que la exclusión de Huawei de las redes estadounidenses puede hacer que EE.UU. se quede a la zaga en los que a capacidades 5G se refiere.
"Significa que no podríamos participar en ninguna red mezclada [que use tecnología Huawei] en Europa o Asia", dice Samm Sacks, del CSIS.
"Eso nos pondría en una desventaja significativa", afirma.
En la práctica, eso también se traduciría en un mundo con dos internets, o lo que algunos analistas llaman "una cortina de hierro digital", que dividiría al mundo entre aquellos que hacen negocios con compañías como Huawei y aquellos que no.
Y, por lo pronto, las presiones de EE.UU. sobre sus aliados han obligado a Huawei a lanzar una agresiva campaña de relaciones públicas para tranquilizar a clientes y socios y gobiernos que poseen acciones.
Recientemente, el presidente de Vodafone, Nick Read, le pidió al gobierno de EE.UU. que compartiera cualquier evidencia que tuviera sobre Huawei.
Y el vicepresidente para el mercado único digital de la Comisión Europea, Andrus Ansip, dijo en Twitter que se había reunido con directivos de Huawei para hablar sobre la importancia de la apertura y la transparencia y explorar formas de trabajar juntos.
Pero las sospechas sobre la empresa se mantienen.
Una empresa de seguridad reportó un drástico aumento de consultas sobre Huawei por parte de los gobiernos asiáticos que tienen como clientes.
"Algunos nos preguntan qué tanto deberían preocuparse", nos dijo un analista, bajo condición de anonimato.
Algunos también estiman que para 2030 la economía de China ya sobrepasará a la de Estados Unidos.
Y su notable crecimiento lo ha logrado bajo un sistema de partido único y la supremacía del Partido Comunista.
Por eso, este éxito ha atizado la preocupación de que esto solo haya sido posible gracias a un gran nivel de control gubernamental sobre las compañías chinas Y el miedo ahora es que ese control se utilice en el extranjero para alcanzar los objetivos del Partido Comunista, que por el momento no están claros.
"Es una espada de doble filo para China", dice Danielle Cave.
"[Por causa de sus leyes] el Partido Comunista Chino ha hecho prácticamente imposible que las empresas chinas puedan expandirse sin atraer sospechas comprensibles y legítimas", explica.
Y a esto se suma que china se ha vuelto más autoritaria bajo el gobierno de Xi Jinping.
"Xi está sistemáticamente socavando prácticamente todas las características que hicieron que China fuera tan distinta y que le ayudaron a funcionar tan bien en el pasado ", escribe Jonathan Tepperman, editor en jefe de la revista Foreign Policy.
"Sus esfuerzos pueden aumentar su propio poder y prestigio en el corto plazo y reducir algunas formas de corrupción. Sin embargo, en general, la campaña de Xi tendrá consecuencias desastrosas a largo plazo para su país y el mundo", vaticina Tepperman.
Ren, sin embargo, no está de acuerdo, e insiste en que China nunca ha estado tan abierta como en la actualidad.
"Si esta reunión hubiera tenido lugar hace 30 años", dice de su entrevista con la BBC, "habría sido muy peligrosa para mí. Hoy puedo ser honesto cuando respondo a preguntas difíciles.
"Eso demuestra que China tiene un ambiente político mucho más abierto", afirma.
Y el fundador de Huawei dice tener todavía más esperanzas sobre el camino que China tomará en el futuro.
"China ha tratado de cerrarse al mundo exterior por aproximadamente 5.000 años, y el resultado fue que terminamos pobres, muy detrás de otras naciones", dice Ren.
"Fue solo durante los últimos 30 años, después de que Den Xiapoing le abrió las puertas de China al mundo, que China se ha vuelto más próspera. Por lo tanto, China debe seguir moviéndose en la dirección de la reforma y la apertura", opina.
En uno de los vastos emplazamientos del campus de Huawei en Shenzen, hay un lago artificial. Y nadando en estas serenas aguas hay dos cisnes negros.
Según la leyenda, Ren hizo poner a los cisnes ahí para recordarle a sus empleados el riesgo de los llamados acontecimientos "cisne negro": eventualidades financieras impredecibles y catastróficas, para las cuales es imposible prepararse.
El fundador de Huawei dice que eso es un mito, pero resulta difícil no leer algo ahí.
Para Huawei, y para Ren, estos son tiempos impredecibles y no hay forma de saber qué viene después.