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URUGUAY.- Las campañas de desinformación en internet se diseñan con precisión para manipular emociones, sembrar dudas y viralizar mentiras, de acuerdo con especialistas que impartieron el Foro de Seguridad Informática, organizado por la empresa de seguridad informática ESET.
La investigadora en ciberseguridad, Martina López, explicó que, detrás de cada publicación falsa, de cada blog sensacionalista o de cada video que difunde teorías conspirativas, hay una estructura planeada con precisión para manipular emociones, generar clics y, en muchos casos, abrir la puerta a fraudes y ataques informáticos.
“Cada punto de esa noticia falsa, esa publicación que busca clics y en realidad no tiene nada; ese blog que dice tener una noticia amarillista, pero solo tiene publicidad que descarga malware; tiene un propósito”, explicó.

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La experta propuso “atomizar” esas campañas –es decir, desmenuzarlas– para entender cómo funcionan y por qué logran viralizarse.
Según López, los componentes principales de una campaña de desinformación son seis: la creación de sitios falsos, la amplificación de teorías conspirativas, el uso de contenido generado artificialmente, la diseminación en espacios poco moderados, la explotación de vacíos de información y la manipulación de actores inocentes.
Alerta por sitios falsos y perfiles engañosos
Todo comienza con la generación de sitios o perfiles falsificados que imitan la estética y el lenguaje de medios o figuras reales para ganar credibilidad y atraer a los usuarios.
Esa estrategia busca provocar clics o descargas, pero también instalar temas y manipular percepciones. En muchos casos, añadió la investigadora, detrás de estos portales hay intereses económicos o políticos, o incluso redes de cibercriminales que aprovechan el tráfico para distribuir software malicioso.
Un segundo elemento clave es la amplificación de teorías conspirativas. López señaló que este tipo de contenidos se utilizan directa o indirectamente para captar a públicos con desconfianza hacia ciertas instituciones o autoridades.
Esos mensajes suelen presentarse en formatos familiares para los usuarios –como videos, memes o artículos de opinión– que aparentan ofrecer información “alternativa”; la mayoría de las veces amplifican una teoría conspirativa vieja o que ya está presente en internet.
Estas narrativas, explicó, conectan con emociones como el miedo, la indignación o la sospecha, y encuentran terreno fértil entre quienes ya desconfían de la ciencia, los medios o los gobiernos.

Inteligencia artificial: un nuevo aliado para la mentira
En años recientes, el contenido generado por inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un recurso recurrente para reforzar campañas de desinformación. “El contenido generado artificialmente ya es usado como auxiliador a las campañas de desinformación”, indicó López.
Puede tratarse de una persona diciendo o apoyando esta teoría conspirativa en un video creado con IA o de material manipulado para simular que una figura pública respalda una idea falsa, ejemplificó.
“También contenido que quizás no es directamente sintético, pero está recortado o editado de alguna forma para que haga parecer que una entidad de confianza o de autoridad apoya el mensaje o la teoría”, enfatizó.
Otro componente esencial es el espacio donde se difunde la desinformación. “La diseminación de la campaña de desinformación ocurre en sitios que son muy pequeños, poco conocidos o poco moderados”, acotó.

Entre esos espacios están grupos de Telegram, comunidades en X (antes Twitter) o foros de la 'deep web' donde se reúnen personas escépticas o con intereses comunes.
Estas campañas, subrayó, no se dirigen al azar: “El público entre el cual se diseminan las campañas de desinformación no es casual. Generalmente, y para la amplificación primaria, las campañas suelen elegir públicos escépticos que quizás puedan llegar a adherirse a una teoría conspirativa”, advirtió.
Campañas que explotan los vacíos de información
La desinformación también se alimenta de lo que no se sabe. “La explotación de ‘agujeros de información’ es un aspecto importante en temas donde la evidencia es escasa o contradictoria. Ahí, estas campañas insertan dudas o inventan explicaciones para llenar ese vacío”, recalcó López.
Subrayó que frases como “te están ocultando la verdad” o “no hay información porque quieren que no la haya” despiertan la duda y, a partir de eso, introducen información falsificada fácilmente.
Asimismo, las campañas de desinformación necesitan personas que compartan y repitan los mensajes. Estos “actores inocentes” son usuarios que, convencidos de que están ayudando a informar, difunden contenidos falsos sin obtener ningún beneficio directo. Aunque, “en muchos casos, si no hay quien amplifique la teoría conspirativa, simplemente no sucede nada”, afirmó.
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Para López, reconocer estos patrones es fundamental para evitar caer en la trampa de la desinformación. El reto, concluyó, está en fomentar una cultura digital crítica y en enseñar a los usuarios a cuestionar las fuentes, verificar la información y detectar señales de manipulación.
“Entender por qué hacen lo que hacen es el primer paso para no convertirnos, sin quererlo, en parte del problema”, sentenció.
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