Junio
es el mes del orgullo LGTB, conmemoración que no solo busca celebrar la diversidad sino impulsar los derechos de las personas que pertenecen a este colectivo y hacer visible que, aunque se ha avanzado, todavía hay mucho por hacer y desafortunadamente el internet es muestra de ello pues la Ciberhomofobia es común en nuestros días y es necesario combatirla y eliminarla.
Durante el primer trimestre del año, el tiempo que dedicamos a las redes sociales y a otras aplicaciones móviles ha aumentado un 20% en todo el mundo, debido en gran parte, al confinamiento, según un informe realizado por App Annie. La mayoría de las personas utilicen este espacio para socializar y entretenerse, pero también están los que lo usan para para acosar y agredir y, cuando se trata de personas que pertenecen a la comunidad LGTB el problema aumenta.
“Las redes sociales permiten visibilizar determinados colectivos, pero al mismo tiempo el anonimato y el hecho de que no haya una interacción cara a cara está fomentando que también sea el lugar donde se generan mensajes de odio, acoso y demás agresiones”, advirtió Susanna Tesconi, profesora de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Al respecto, la organización estadounidense Anti-Defamation League (ADL), realizó un estudio en 2020 con la intención de tratar de entender qué lleva a los ciberacosadores a desatar su odio en internet. ¿La conclusión? El 11 % del odio que se trasmite en la red se hace para agredir verbalmente o acosar a personas con sexualidades diferentes a la heterosexual. “El colectivo LGTB es una de las dianas en estos mensajes de odio que se están alimentando. En ese sentido, tengo la sensación de que hemos vuelto atrás”, dijo la experta de la UOC.
En algunos países, esos insultos y agresiones en línea a la comunidad son muy comunes. Solo por mencionar un ejemplo, la discriminación por orientación sexual fue el primer motivo de denuncia por agresiones en internet en Argentina , según datos del Instituto Nacional contra la Discriminación , la Xenofobia y el Racismo (INADI). Eso a pesar de que ya han pasado 30 años desde que la OMS eliminara la homosexualidad de su listado de enfermedades mentales.
El reto es que, como explica Tesconi, las redes sociales amplifican tendencias y fenómenos que se dan en la sociedad, lo que significa que si existe una actitud de odio o de no inclusión respecto al colectivo LGTB, eso se ve reflejado en la red y probablemente amplificado por la facilidad de difundir este tipo de contenido.
Coincide en dicho análisis con Begonya Enguix, doctora en Antropología Social y profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, quien recuerda que socialmente podemos reaccionar ante la diferencia de género, afectiva y sexual otorgándole legitimidad e incluyéndola o rechazando frontalmente las formas de relación que quedan fuera de los patrones heteronormativos, viéndolas como una amenaza al orden establecido.
Según Enguix, el odio y la agresión ante la diferencia pueden obedecer a motivos distintos, pero generalmente están vinculados a la protección de las relaciones de género tradicionales desde posiciones que consideran que esas relaciones sustentan los valores tradicionales que son superiores a otros valores. “Así, la masculinidad tradicional y hegemónica en general excluye y castiga todo aquello que puede poner en peligro el mandato tradicional del género y el poder y el privilegio masculinos”, declaró Enguix.
Denunciar para poder actuar
Según los expertos, una de las razones de que las redes sociales se hayan convertido en un espacio donde los ciberacosadores se sienten impunes es el hecho de que muchas de las agresiones contra el colectivo LGTB que se producen en ellas no se denuncian . Una investigación publicada en Statista cuyo objetivo era conocer cómo reaccionaban las personas a los ataques homófobos en línea halló que el 44% ignora esos mensajes y el 24% bloquea o deja de seguir al acosador, mientras que solo el 17% responde al comentario enfrentándose al atacante .
Al respecto, el catedrático de Derecho Penal de la UOC Josep Maria Tamarit explicó que, aunque las amenazas en línea que puedan considerarse provocación al odio o a la discriminación contra el colectivo son delitos públicos que pueden ser investigados por la policía, pero que baja tasa de denuncia de los afectados es una dificultad. “La mayoría de víctimas no denuncia por diversos motivos, entre ellos una cierta normalización de esta clase de hechos, la falta de apoyo o la falta de confianza en las instituciones. Por eso es importante ofrecer apoyo a quienes padezcan conductas de odio”.
Además de denunciar para hacer visibles estos problemas, la profesora Susanna Tesconi opinó que la educación es una de las claves para lograr un cambio. “Más que educar sobre el uso correcto de la tecnología , creo que debe educarse en la empatía, enseñar a no caer en la intolerancia. Probablemente lo que debería cambiarse son las relaciones de poder, cómo representamos al otro, cómo nos comunicamos. El lenguaje también es una tecnología y hay que ser conscientes de cuándo se convierte en un arma. En este aspecto sí podríamos reflexionar mucho y actuar en el ámbito educativo”, finalizó.