Si hoy volviera a temblar, aunque sólo fuera un temblor con una quinta parte de la intensidad del que sentimos el día 19, muchos nos moriríamos de susto. Los edificios que se dañaron con el sismo —y que aún nadie ha ido a derribar— se desplomarían inevitablemente. El miedo volvería como un grito que desciende por la montaña, frío, para congelarnos el pecho. Somos unos cobardes, aunque nos esforzamos por parecer fuertes

Soy una mujer que tuvo la experiencia de vivir el sismo de 1985, al empezar a ver los vídeos que rápidamente se empezaron a compartir en las redes, supe que tenia que hacer algo más de lo que pude hacer en el 85.

La imagen de la perrita rescatista ahora se encuentra en stickers, playeras, cuentos y piñatas, pero temen que se incrementen las ventas de canes labradores por moda