Los encuentros actuales entre Andrés Manuel López Obrador y su partido con el clan Yunes reviven una vieja idea: la fuente del surrealismo y el mundo kafkiano no es europeo sino mexicano.

Falso que la gente haya dado la legitimidad al oficialismo para modificar la Constitución a su antojo y mucho menos para desaparecer uno de los poderes del Estado al atentar contra su independencia e imparcialidad.