El pontificado del papa Francisco nos deja críticas vocales y claras contra la falsa meritocracia, la acumulación excesiva, la explotación y la desigualdad, que desearíamos fueran más comunes entre sus feligreses poderosos y otros líderes mundiales.

Un multimillonario de la lista de Forbes tiene un patrimonio suficiente como para satisfacer su vida por más de 30 mil años sin hacer nada más. No existen razones para justificar la acumulación de riqueza sin límites. ¿Cuál debería ser el límite moral y político?

El año que terminó ha mostrado que la crisis de acceso a la vivienda se puede profundizar aún más, generando mayor lucro al capital y más carencias a la población que no logra comprar ni rentar una vivienda. Pero también son más desafiadas las narrativas que justifican esta situación