








Presidenta, no es una moda escribir de censura en estos días, sino una imperiosa necesidad por los arrebatos inquisidores que están teniendo impresentables personajes de su movimiento.

Seis meses después, veo que va entendiendo que las desapariciones sí son un problema de Estado y que los funcionarios vinculados se deben abocar a ello con los recursos que se requieran.

¿Por qué dejamos de hablar de los secuestros para dedicarnos a contabilizar rutinariamente las barbaridades del narco? ¿Por qué dejamos de hablar de los secuestros si son un problema irresuelto?