Como lo sabían Miguel de Cervantes y su lector “que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada”, los entrecruzamientos que puede deparar la lectura muchas veces resultan insospechados y aún inverosímiles.

“La verandah es el punto fronterizo, por así decirlo, entre la civilización y la naturaleza, entre la ciencia y la magia, entre el ‘progreso’ y la ‘barbarie’. La verandah es el ámbito ideal de dos formas de expresión de la literatura inglesa como lo son la conversación o la nostalgia...”

En su escritura pueden reconocerse las formas claras, sin elusiones ni artificios, lúdicas, prestas a los juegos de palabras que mantenía en su conversación, que no dejaba de prolongarse días y noches en cantinas y en tugurios y en su casa...