
Esta clase de ficción se llama copretérito lúdico, ese “que yo era” que pactan los niños cuando en su juego dicen “que yo era Supermán”
Esta clase de ficción se llama copretérito lúdico, ese “que yo era” que pactan los niños cuando en su juego dicen “que yo era Supermán”
Al menos hace un siglo, en México la palabra patria era un concepto noble, una idea aglutinadora, un símbolo y al mismo tiempo un lugar digno, con todos sus asegunes
Es un poema tan famoso como enigmático: un hombre singularmente complicado traza una cartografía íntima de “su” patria, una historiografía privada y una materia simbólica secreta
Quizá lo más fácil sería expropiar el rancho, nacionalizar la Cheyenne y mandar al pinche niño a una granja de reorientación
No es azaroso que esa criatura en crónico estado de “regeneración” haya regresado en el nombre del amorfo partido-movimiento que creo López Obrador para lanzar sus ambiciones
Cada spot es un recordatorio de que pagamos para que nos peguen. ¡20 millones de spots retacados de caninos lustrosos, cachetes solidarios, ojos llenos de esperanza, papadas populares y halitosis constitucional
El poder la aborreció, claro. La arrinconó por atreverse a hablar de temas prohibidos desde su femineidad. Los obispos y los hombres la pusieron ante dos opciones: el juicio de la Inquisición o el silencio