La gran incógnita para el 2026 es, desde luego, la reforma política-electoral. La disyuntiva es clara: ¿una regresión autoritaria o una plena democracia?

Las vallas se van convirtiendo día con día en emblema de un gobierno encapsulado, sumergido en su narrativa, que se niega a ver y a escuchar, que no acepta la crítica