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abraham.guerrero@clabsa.com.mx
San Petersburgo.— El director técnico de Bélgica, Roberto Martínez, buscó anular el juego por las bandas de Francia y lo logró, con un par de movimientos que se dieron a partir de la ausencia del zaguero Thomas Meunier. Y estuvo cerca de encontrar el camino a un destino mejor para su equipo, hasta que apareció algo que quizá no contempló en el plan inicial: el balón parado.
Bélgica hizo un híbrido de su dibujo táctico y tuvo como los elementos sorpresa a Marouane Fellaini y a Eden Hazard, quien se desempeñó en una posición en la que fijaba al lateral derecho francés Benjamin Pavard.
Cuando tenía la pelota, el equipo belga se quedaba con tres en el fondo: Nacer Chadli como una especie de carrilero o extremo por derecha y Hazard por izquierda, aunque en el caso del ‘10’, sin tanta labor defensiva. Esta posición era la que no permitía al lateral galo salir de su zona, ya que descuidaba su espalda. La única vez que lo hizo llegó a la portería defendida por Thibaut Courtois y disparó a puerta, pero procuraba no hacerlo.
Fellaini se comportaba entonces como un comodín. Cuando Bélgica atacaba, él se sumaba por el centro o recargaba por izquierda con Hazard, aunque en el segundo tiempo lo hizo por derecha, con Kevin de Bruyne.
Cuando no tenían el balón, formaban una línea de cuatro defensores y Fellaini o Moussa Dembélé se metían entre los zagueros centrales para cerrar espacio; el que sobrara se quedaba en la zona de contención junto a Axel Witsel. Entonces, Hazard, Romelu Lukaku y De Bruyne formaban una línea de tres en el ataque para estar listos al contragolpe, algo que nunca pudieron conseguir, debido a que no pudieron robar la pelota.
Así cambiaba su dibujo Bélgica, según la tenencia del esférico, pero sin poder hacerle daño a una Francia que se mantuvo en su juego frío y calculador. Al final, el gol en tiro de esquina debilitó la estrategia del español, quien hacia los últimos minutos del partido y con la necesidad de al menos igualar el marcador, rompió el esquema inicial y entonces confirmó que cuando un equipo no logra concretar las opciones generadas con una buena táctica inicial, un descuido a balón parado puede echar todo el trabajo por la borda.