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Moscú.— Ya pasaron tres días, ya pasaron 72 horas del triunfo de México ante Alemania en el inicio de la Copa del Mundo. “Ya hay que darle vuelta a la página”, suplica Marco Fabián.
Es hora de ver hacia adelante, no acomodarse en el presente; es hora de afrontar el reto que viene. Es hora de pensar en Corea del Sur.
Varios reporteros surcoreanos visitan el campamento tricolor. No entienden muchas cosas. No entienden la seguridad extrema para pasar al búnker en el centro Dynamo Novogorks, no entienden por qué los jugadores tardan más de 40 minutos en aparecer ante la prensa, no entienden por qué se dan entrevistas exclusivas, no entienden por qué no les responden en inglés...
No entienden la broma de Raúl Jiménez al no querer contestarles en ese idioma. “No quiero revelar mis armas”, dice, para arrancar la carcajada de todos, menos la de los asiáticos.
Lo que sí entienden es que en México ya se piensa en ellos. “Hay que ganar el juego ante Corea, amarrar el pase a la siguiente ronda y sumar los puntos que necesitamos. Corea es un rival difícil, tiene elementos rápidos, no te dejan jugar, y a nosotros nos gusta tener el balón, como lo hicimos contra Alemania, trabajar el juego. Puede haber cambios, pero lo único que no debemos dejar fuera es la actitud que tuvimios contra Alemania”, afirma el delantero.
Los coreanos buscan una traducción rápida. Con sus teléfonos mandan lo que acaba de decir el jugador mexicano hasta sus redacciones, donde ya esperan las palabras del rival en turno.
Estudian al equipo mexicano desde su discurso, como el Tricolor los estudia desde hace tiempo. “Hemos visto muchos videos desde hace tiempo —confiesa Jiménez—, sus partidos de preparación de noviembre, de marzo. Hemos preparada a conciencia los tres juegos. Claro que contra Alemania le invertimos un poco más sólo porque era el primero, pero nada más...”.