El Congreso de la Unión ha estado muy activo, planeando cambios estructurales de alto impacto para nuestro País. Esta nueva legislatura acaba de dar a conocer la desaparición de 617 plazas de la infraestructura de San Lázaro, muchas de las cuales tenían altísimos salarios.

Acciones como esta, promovida por la bancada de MORENA, tiene gran mérito, pues optimizan el gasto público. Sin embargo, cada circunstancia tiene sus propias condicionantes particulares y lo que funciona bien en un caso, puede generar grandes riesgos en otros, si no se acompaña de estudios de viabilidad y análisis profundo.

Desde hace tiempo está en el aire la propuesta de eliminar cargos plurinominales en el Congreso de la Unión, para bajar costos. Sin embargo, esa es una visión simplista que merece una profunda reflexión.

Se vuelve muy importante replantear el valor estratégico de diputaciones y senadurías plurinominales antes de que con una visión superficial y de corto alcance alguien vuelva a proponer la eliminación de este tipo de cargos legislativos, generando a su vez, un daño irreversible al país.

En nuestro modelo político, el grueso de los cargos legislativos se obtiene a través del perfil de mayoría relativa, o sea, haciendo campaña y compitiendo. Generalmente se logra ganar elecciones mas bien por carisma, simpatía y persuasión, más que por experiencia y conocimientos técnicos específicos en temas relevantes para la actividad legislativa.

Por ello podemos esperar que de eliminarse las plurinominales, las leyes sean redactadas sin mayor guía que el sentido común cuando son votadas en el pleno, pero sin sustento ni análisis profundo, lo cual generaría conflictos cuando se instrumenten.

La realidad es que quienes siempre han aportado conocimientos en las dos cámaras, tanto en la de diputados, como la de senadores, han sido una minoría de legisladores, poseedores de conocimientos técnicos en los temas y además, experiencia, los cuales han llegado al Congreso a través de la designación plurinominal. Por ello eliminar las plurinominales es un gran disparate, pues significa dejar de tener la participación de expertos.

Lo que se debe exigir no es la eliminación de plurinominales, sino que para estos cargos los partidos designen a personas de gran experiencia y trayectoria profesional y no como frecuentemente sucede, se otorguen a los recomendados de militantes influyentes, los hijos de los políticos de siempre, o cualquier persona a la que se quiere privilegiar otorgando la comodidad de una plurinominal, que le evita hacer campaña y competir para obtener el cargo.

El otorgamiento de curules plurinominales tan controvertidas como las que MORENA entregó al líder minero Napoleón Gómez Urrutia y a la líder de autodefensas Néstora Salgado, cuyos perfiles no corresponden a los atributos que debe tener un legislador plurinominal, ponen en relieve que las decisiones responden más a negociaciones políticas, que a la búsqueda de los mejores legisladores.

Conocimientos y experiencia deben ser los dos atributos que deben respaldar a los legisladores plurinominales y con esta visión, deben asignarse estos cargos, decisión que recae totalmente en los partidos políticos.

El equilibrio entre la sensibilidad social que deben aportar los legisladores elegidos a través del voto de sus representados y los conocimientos técnicos y experiencia de los plurinominales, es lo que garantiza la creación de leyes que respondan a las necesidades del país.

Debemos oponernos a la eliminación de las plurinominales y además, exigir que la asignación de este tipo de curules sea definida con responsabilidad, otorgándose a la gente más capaz y experimentada y no se convierta en el botín de las negociaciones políticas, el pago de favores o administración de privilegios.

¿Usted cómo lo ve?

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