Más Información
Sheinbaum supervisa avances de la Línea 4 del Tren Ligero en Guadalajara; “siempre será bienvenida a Jalisco”: Lemus
ONG obsequia implantes anticonceptivos a mujeres migrantes; buscan dar acceso a servicios de salud sexual
El monumento a “La Familia”, ubicado en la esquina de División del Norte y Acoxpa, se convirtió en un altar. Los padres que perdieron a sus hijos en la tragedia del Colegio Enrique Rébsamen lo decoraron con arreglos de flores blancas, pancartas, fotos y velas. Se alzó en memoria de los 19 niños y 7 adultos que fallecieron en el sismo del 19 de septiembre, aunque sólo en la CDMX hubo 228 muertos y a nivel nacional, 369 decesos, según cifras del gobierno. El derrumbe del Rébsamen le arrebató la vida a 26 personas, entre las que había niños de segundo grado y de secundaria, profesoras y una conserje.
De esa tragedia nació Brigada Amigos. Son los padres que perdieron a sus hijos en este colegio, y que sanan su dolor ayudando a los demás. Lo hacen en honor a Eddie, Gustavito, Aned, Paquito, Santi, Dany, Eileen, Joshua y otros once niños. Ellos son el motor y estandarte de la causa.
Gustavo López Arce, médico gastroenterólogo y padre de Gustavito, es fundador de esta brigada. Lo impulsa el recuerdo de su hijo y el gusto por ayudar a los demás. Con los voluntarios lleva víveres, medicamentos, juguetes, ropa, consultas médicas y entretenimiento a los sitios más afectados por el sismo.
Su única recompensa es espiritual: “con una sonrisa que nos regalen es más que suficiente”, dice Edgar Romero, padre de Aned.
La iniciativa surgió el día en que Gustavo buscó un nicho para su hijo, Gustavo López Arce Ortiz, al que le decían de cariño “Gustavito”, pues se llamaba igual que su padre y su abuelo. Era un niño al que no le costaba desprenderse de las cosas. Cuando iban a regalar juguetes en desuso, él mismo los entregaba. Otras veces, decía: “Si alguien me pide dinero en la calle, le daré mi moneda”. Cuando su papá le proponía algo, contestaba entusiasmado con una frase: “Yo le entro”.
Nueve días después de la tragedia, Gustavo acudió a la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San José, ubicada en Calzada de Guadalupe. Ahí habló con el padre Genaro Chávez: “Me contó sobre la caridad que realizan en la iglesia llevando víveres a comunidades marginadas, y yo le dije que deseaba ofrecer consultas médicas gratuitas a personas de escasos recursos”.
Gustavo le propuso acompañarlo en su próxima excursión, a Puebla. “Invité a unos amigos a través de Facebook y lo comenté con mis familiares. Solicité donativos por medio de mi cuenta y hubo una gran respuesta”. Consiguió despensas, medicamentos y juguetes como para llenar dos camiones de carga.
Junto a su esposa Brenda Ortiz, en compañía del padre Genaro Chávez, familiares y amigos acudieron el 30 de septiembre a Puebla bajo el nombre “Brigada AmiGUS”, nombrada así en honor a Gustavito. Brenda espera que “el día que los beneficiarios estén en condición de ayudar a alguien que lo necesite, lo hagan”.
El cambio de Brigada AmiGUS a Amigos se dio porque “cuando se agregaron otros padres, esto se volvió más extenso” dice Gustavo. Hasta el momento se han unido casi 250 voluntarios, y los beneficiarios de esta brigada ascienden a más de mil. Once padres del Rébsamen la conforman, y desempeñan distintas labores en la organización de la brigada.
Durante las jornadas, Francisco Quintero, padre de Paquito, coordina el transporte. Dirige los camiones que trasladan a brigadistas y damnificados. Francisco “le entró” al proyecto desde la segunda brigada en Tenancingo, Estado de México, y desde entonces forma parte de la mesa directiva. Al igual que otros padres, esa mañana portó una playera blanca que estampó con la fotografía de su hijo. “Todo lo hago en nombre de Paquito. Me gusta poder ayudar”, dice.
Ana Velázquez y su esposo Raúl Díaz, padres de Eddie, también acompañaron a Gustavo desde la segunda brigada. Ya lo conocían de antes, pues sus hijos iban en el mismo kínder. “Gustavito y Eddie fueron mejores amigos desde preescolar. Al salir, los dos siguieron juntos en el Rébsamen”, dice Ana. El suceso sirvió para acercar a las familias, pues Gustavo afirma que “muchos padres nos veíamos sólo en fiestas o eventos escolares, y desde que pasó esto, nos procuramos más”.
Para la tercera brigada, que se realizó en San Gregorio, Édgar Romero los acompañó en honor a la pequeña Aned: “Es una experiencia muy satisfactoria, muy gratificante”, explica Édgar, miembro recurrente desde entonces, y parte del consejo directivo.
Hasta el momento han realizado ocho brigadas. Han visitado localidades como Jojutla, Tenancingo y San Gregorio, que según el Servicio Geológico Mexicano son de los sitios más perjudicados por los sismos.
Al asistir a las jornadas, los voluntarios se uniforman con una playera azul marino y una gorra naranja, para distinguirse entre la multitud. Sobre su pecho, a la altura del corazón, está bordado el escudo de la Brigada Amigos.
Aunque su propósito inicial fue llevar productos para satisfacer ciertas necesidades de los damnificados, con el tiempo han ido modificando el rumbo. Para el Día de Reyes Magos, el 5 de enero, Gustavo, Edgar y Arquímides, tres padres del Rébsamen, se disfrazaron de Melchor, Gaspar y Baltasar y llevaron juguetes a una Casa Hogar en Tláhuac. Leyeron las cartas que aquellos niños escribieron, y entregaron los juguetes que los voluntarios se empeñaron en conseguir.
Un mes después, acudieron al Asilo Casa Betti, en Azcapotzalco. El propósito era hacer compañía a las mujeres que allí residen con juegos de mesa, karaoke y un recital de música.
A un año del sismo, como homenaje a sus hijos fallecidos en el Rébsamen, los padres quisieron hacer algo especial. Todos coincidieron en algo: debía ser una jornada dedicada enteramente a niños.
Édgar fue el encargado de contactar a tres casas hogar. Enlistó a 80 niños que disfrutarían el evento. La licenciada Marmolejo, del Centro Cultural y Social Veracruzano, prestó las instalaciones del recinto; Gustavo consiguió que el Mago Frank con el conejo Blas, La Bomba Teatro y el payaso Betín Botones de la Botonera ofrecieran shows. Francisco coordinó los camiones que trasladaron a los brigadistas y a los niños de las casas hogar.
Una vez más, casi un año después de la fundación de Brigada Amigos, 85 voluntarios se reunieron en el teatro y comenzaron las funciones. Antes de concluir la jornada regalaron a los niños juguetes y tenis nuevos.
Una imagen particular de aquel día simboliza la misión de Brigada Amigos: Édgar carga a un pequeño de tres años y le dice:
-Están bien padres tus juguetes.
El niño no responde, oculta la cara tras el hombro de Édgar y la responsable le dice:
-Dale las gracias
-No importa: con esa sonrisa basta -responde Édgar.