El dato duro podría confundirnos: en los últimos dos siglos los partidos de oposición han ganado apenas una de cada cinco elecciones. Ese hallazgo de Adam Przeworski, aunado a la decepción que han generado muchos gobiernos electos, podrían inducir a pensar que la arena electoral dejará de ser interesante.

Pero basta una mirada a nuestro pasado más cercano para darnos cuenta del potencial que siguen teniendo los comicios. ¿Cómo entender al México de hoy sin reparar en las alternancias de 2000, 2012 y 2018? ¿Puede comprenderse el presente de los Estados Unidos sin reconocer el notable desempeño electoral de Trump en 2016? ¿Alguien duda que el proyecto europeo cambió desde que los británicos se pronunciaron en las urnas por el Brexit?

Las elecciones son relevantes porque pueden definir cambios sustanciales en la política pública. También porque son termómetros sobre el desempeño de los gobiernos. 2020 confirma ese papel protagónico de los comicios.

Es evidente el caso de Estados Unidos. El presidente Trump ha perdido popularidad, pero mantiene importantes fuentes de apoyo entre los trabajadores blancos de los estados centrales del norte de Estados Unidos. Podría ganar si repite los tiros de precisión que en 2016 le permitieron ganar raquíticamente en estados indecisos. Ello depende no sólo de la estrategia que sigan los Demócratas al elegir a su candidata/o, sino también de la determinación de los latinos que tradicionalmente votan en muy bajas proporciones. Además, se cumplen 100 años del voto de la mujer en EU. Ellas tienen una mayor propensión a acudir a las urnas, por lo que podrían definir al ganador de la elección. Hay que estar pendientes del uso de tecnologías blockchain para captar los votos emitidos desde el exterior.

Nuestra región dio un giro inesperado. Estaban programados comicios locales en Brasil, Costa Rica, México (Coahuila e Hidalgo) y Uruguay, así como en República Dominicana que además tendrá elecciones presidenciales.

A ese programa habrá que agregar ahora el saldo del inusual periodo de inestabilidad que vivió Sudamérica en los últimos meses del 2019. Perú habrá de elegir a 130 diputados, después de que su presidente disolviera al Congreso que estaba en funciones.

Chile volverá a resolver su historia a través de un Plebiscito. En abril escogerá entre modificar su constitución actual o bien redactar una totalmente nueva. Hay que estar al pendiente de la equidad con que los medios de comunicación cubran las opciones “sí” y “no”.

Bolivia deberá reponer su elección presidencial, tal y como ofreció el entonces presidente, Evo Morales, ante el cúmulo de irregularidades detectadas en la auditoría técnica que él mismo encargó. Todo el órgano electoral fue renovado. El perfil eminentemente técnico de quien conducirá los comicios permite anticipar que habrá un riguroso plan para eliminar los quebrantos del 2019.

Es probable que la actual presidenta taiwanesa sea reelecta, a pesar de las deliberadas intromisiones chinas en redes sociales. Georgia y Myanmar irán a elecciones congresionales.

Habrá que ver si Egipto logra elecciones sólidas en su inauguración bicameral. Etiopía estrenará una Ley electoral que obliga a los funcionarios públicos que quieran ser candidatos a pedir licencia en sus cargos.

La década inicia apostando por el voto. Sigue siendo el principal instrumento para dirimir pacíficamente las diferencias políticas. De ahí la importancia de mantener comicios íntegros que impriman competitividad y salvaguarden el Estado de derecho. Ahí los ingredientes básicos de la confianza ciudadana en la arena electoral.



Consejero Electoral del Instituto Electoral de la Ciudad de México.
@ yuribeltranm

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