Llega un punto en el camino donde se caen los argumentos. Donde ya no hay quien sostenga tus excusas, ni quien cargue tus vacíos. Nadie más a quien responsabilizar por lo que se quebró, por lo que no supiste detener, por lo que no te atreviste a soltar. Se termina la lista de culpables. Se apagan las voces del pasado. Y en ese silencio brutal aparece lo más incómodo: tú. No lo que hicieron contigo. Sino lo que tú hiciste con eso.

Durante años se puede sobrevivir culpando a la infancia, al abandono, a la herida abierta que nadie quiso nombrar. Se puede vivir justificando la parálisis con traumas reales, con ausencias dolorosas. Pero hay un momento en el que ya no basta. Porque aunque todo sea cierto, seguir culpando a lo que te formó ya no transforma lo que estás siendo. Y lo sabes. Y fingir que no lo sabes… duele más que cualquier verdad.

Duele reconocer que el problema ya no es lo que pasó. Es lo que sigues permitiendo que pese. Lo que ya entendiste, pero no accionas. Lo que ya identificaste, pero sigues repitiendo. Lo que ya podrías soltar, pero aún sostienes con una fuerza que niegas. Duele mirar de frente el hecho de que no es otra persona la que te sigue rompiendo. Eres tú quien no ha querido recoger los pedazos.

Porque sí, hubo abandono. Sí, hubo traición. Pero si después de todo eso sigues anclado al mismo lugar, tal vez ya no es memoria… es decisión. Y lo más duro no es asumirlo. Es saber que lo estás decidiendo cada día que eliges no moverte.

El gran quiebre no ocurre cuando todo se derrumba. Ocurre cuando ya no puedes seguir contándote la misma historia sin sentir vergüenza. Cuando te das cuenta de que ciertas heridas no sanaron porque nunca pasaste del diagnóstico. Porque te quedaste cómodo en el entendimiento y nunca cruzaste hacia la transformación. Y entender sin transformar… es solo una forma sofisticada de posponer la vida.

No puedes seguir culpando a quien ya no está por la forma en que tú sigues quedándote. No puedes seguir diciendo que fue el miedo, si lo has convertido en tu zona de confort. No puedes seguir llamando herida a lo que ya se volvió excusa. Hay un punto donde la responsabilidad ya no se comparte. Se asume. Y aunque duela, ese punto es tuyo. Solo tuyo. Y es ahí donde empieza, de verdad, el camino de vuelta.

No se trata de negar lo vivido. Se trata de no permitir que eso siga decidiendo por ti. De dejar de usar la historia como una trinchera. Y empezar a escribir desde el presente, aunque tiemble la voz. Porque el dolor que no se transforma, se hereda. Y lo que no se libera, se pudre por dentro. Ya no es culpa. Es libertad lo que está en juego.

A veces, lo que más te ata no es lo que te hicieron, sino lo que tú sigues esperando: una disculpa que no va a llegar, una conversación que nunca se va a dar, un gesto que no depende de ti. Y tal vez lo más valiente no sea entender por qué te fallaron… sino dejar de esperarlo. Porque lo que necesitas no es justicia. Es renuncia. No es explicación. Es cierre. No es razón. Es paz.

Cuando ya no hay a quién culpar, queda lo más fuerte: hacerte cargo. No desde la culpa, sino desde la posibilidad. Sin necesidad de tener todo resuelto, pero con la certeza de que no vas a seguir detenido por nada que venga de afuera. Porque tal vez no fuiste responsable de lo que te rompió, pero sí eres responsable de lo que haces con tus pedazos.

Y eso… aunque duela, también te salva. Porque no hay libertad más feroz que la de quien deja de vivir reaccionando y empieza a moverse desde la verdad. Y no hay renacimiento más digno que el de quien entiende que algunas heridas no se superan: se integran. Y aun así… elige vivir con todo.

Porque hay algo más valiente que sanar: romper el pacto con la herida y decidir que no vas a morir en el mismo lugar donde ya aprendiste a sangrar. Y ahora dime, ¿cuánto más vas a permitirte sangrar por lo mismo?

Facebook: Yheraldo Martínez

Instagram: yheraldo

X: @yheraldo33

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios