Le compartiré una historia que encontré en internet: narra la leyenda de que existía un huerto lleno de hortalizas y árboles frutales. Daba gusto sentarse a la sombra de los árboles. Pero un buen día, empezaron a nacer unas cebollas especiales, cada una tenía un color diferente; rojo, amarillo, naranja, morado; los colores eran deslumbrantes, como el color de una mirada o de un bonito recuerdo.
Resulta que cada cebolla tenía dentro de su corazón una piedra preciosa; tenían un topacio, otra un rubí, otra una esmeralda… Pero por alguna incomprensible razón se empezó a decir que aquello era peligroso, inadecuado y hasta vergonzoso. Total que las bellas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa con capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular lo bellas que eran por dentro. Hasta convertirse en cebollas vulgares e incluso otras optaron por esconderse entre la tierra nuevamente. Pasó por allí un sabio que le gustaba sentarse a la sombra del huerto y que entendía el lenguaje de las cebollas, empezó a hablar con cada una de ellas y les preguntó: ¿Por qué no te muestras cómo eres por dentro? Unas contestaron: Porque me obligaron a ser así… otras respondieron… No sé, pero me enseñaron a parecerme a los demás… y otras más comentaron… Porque me duele el rechazo.
Todas coincidieron en que las capas les fueron pareciendo “normales” y ellas mismas lo hacían para evitar que les etiquetaran como algo “raro”. El sabio se echó a llorar, pensando en la “atrocidad” que se estaba cometiendo con tan valiosas cebollas y cuando la gente le vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era de sabios. Por ello, desde ese día, todo el mundo llora cuando una cebolla nos abre su corazón.
¿Tú también lloras cuando una cebolla te muestra su corazón? Creo que a la gran mayoría nos ha ocurrido. Y también nos sucede que nos pusieron y nos pusimos capas, para proteger lo que somos, y cuidarnos del mundo.
Puede que no quisiéramos establecer una diferencia y, para lograrlo, decidimos ser como los demás. Así, ocultamos nuestros talentos, emociones, sentimientos, en algunos casos incluso nuestra orientación sexual, nuestra verdadera identidad, con tal de que no nos señalaran, con tal de no ser heridos y dañados.
En consecuencia, el cuidado que tuvimos, y seguimos teniendo, nos creamos y quedamos con capas que, probablemente muchas de ellas, ya no son necesarias, pero nos acostumbramos tanto a llevarlas que ni siquiera sentimos que las traemos. Lo que resulta sorprendente es que terminamos protegiéndonos de todas las personas que nos rodean, aun sabiendo que siempre tenemos a esas personas "refugio"; con quienes podemos ser lo que somos sin ocultarnos, mostrarnos sin capas. En algunos casos, pueden ser alguno de nuestros padres, con alguna amistad, con nuestra pareja. Siempre encontramos con quién ser nosotros, ser esenciales y si aún sientes que no lo encuentras, o no estás observando bien o ya llegará.
¿Será cierto que, al descubrir el corazón de una cebolla, lloramos, de la misma manera que al descubrir el corazón de una persona, también lo hacemos? O la mejor pregunta, ¿cuántas veces han llorado cuando descubren la belleza de tu interior? No lo sé y no te preocupes, solo hay una forma de descubrirlo y es mostrando lo que llevamos dentro. ¿Da miedo?, pero eso somos, no nos ocultemos más.
Dejemos esas capas que llevamos cargadas desde hace tiempo y no nos permite mostrarnos tal y cuál somos, démonos el permiso de sentir y de ser seres esenciales, por supuesto que debemos de tener cuidado de donde y con quién, pero la intención es la búsqueda de vivir con mayor libertad nuestra vida. ¿Tú qué dices? ¿Cuáles son tú capas? ¿Qué tienes en tu interior que no quieres mostrar al mundo?
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