Cerca de las 8:30 de la mañana, Malinali Gálvez llegó a bordo de su camioneta al estacionamiento del Soriana de El Rosario, en Azcapotzalco, Ciudad de México. Ese viernes 20 de julio de 2012, vería a la abuela de sus hijas y a un tapicero que le estaba arreglando su sala. Ya estacionada, vio dos camionetas de la policía con personas encapuchadas y armadas. Una mujer con uniforme negro se acercó, la bajó de la camioneta y la azotó contra el piso. El suceso fue visto por los convocados a la cita y por un taxista. Tiempo después, estas tres personas declararon como testigos ante un juez.

Malinali fue subida a la parte trasera de una camioneta cubierta que arrancó con destino desconocido. Durante el trayecto fue esposada, le vendaron los ojos, fue interrogada y golpeada de forma reiterada. Horas más tarde, la llevaron a una casa donde le quitaron la venda de los ojos, le cambiaron la blusa que había ensangrentado y le sacaron fotos en un cuarto en el que ya tenían montados reflectores.

A pesar de los testigos de la detención en el supermercado, la Policía Federal se formó su historia y estableció en el acta que Malinali había sido detenida el viernes 20, sí, pero en una casa de seguridad, en San Blas Otzacatipan, Estado de México, a las 16 horas. Vecinos de dicha casa aseguraron ante el juez que vieron un operativo cerca de las 6 de la mañana y dos horas después liberaron a las víctimas.

Así fue la detención de mi hermana Malinali Gálvez Ruiz.

Otro montaje fue el caso de Israel Vallarta Oceguera. Fue detenido el 8 de diciembre de 2005, cerca de las 10:30 de la mañana, en la carretera México-Cuernavaca, pero su presunta detención fue fechada y televisada un día después, el 9 de diciembre, en el rancho Las Chinitas, en el pueblo de Topilejo, en Tlalpan, Ciudad de México. En su declaración, Vallarta aseguró que tras ser detenido fue llevado a un estacionamiento y golpeado por dos hombres.

El caso de Malinali y Vallarta comparten aspectos en común: en ambos casos hubo un montaje por los policías de García Luna y en ambos casos hubo tortura de los presuntos responsables. Actualmente, mi hermana está incluida en el Catálogo Nacional de Víctimas de Tortura, luego de que la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la entonces Procuraduría General de la República confirmaran las vejaciones.

Adicionalmente, ambos casos fueron representados por defensores públicos y revisados por la misma juez, Mariana Vieyra Valdés. Esa misma juez que en marzo pasado sentenció a mi hermana a 89 años de prisión y el jueves pasado liberó a Israel Vallarta.

Ambos casos con características similares y sentencias contradictorias. Hoy Vallarta está en su casa y mi hermana purga una condena.

¿Hay acaso justicia selectiva? ¿Mi hermana está pagando una condena por mi activismo político en la oposición? ¿Mi hermana cometió un delito o es víctima de la transición acelerada de México al autoritarismo?

Lo más lamentable es que con este rotundo fracaso del Sistema de Justicia Penal, en el que se crearon montajes y se ejercieron vejaciones en contra de presuntos responsables, se invisibilizó a las víctimas. Esas personas que tras haber sufrido un daño irreparable, probablemente no alcanzarán la justicia.

Comentario final

La juez Mariana Vieyra aparece en tres acordeones distribuidos previo a la elección judicial. ¿Será que actuará conforme dicta la Constitución o por consigna? Es pregunta seria.

Ciudadana

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