Para que un gobierno sea próspero, quien lo encabece debe tomar decisiones sustentadas en datos, evidencias y visión de futuro; nunca con base en ideologías o caprichos personales como sucedió, en reiteradas ocasiones, en el sexenio pasado.
Hay una gran diferencia en reconocer el problema para enfrentarlo.
Durante años, expertos ambientalistas han advertido que la grave situación de contaminación en el Valle de México se debe a las partículas que emite la termoeléctrica de Tula: monóxido de carbono (CO), bióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx).
Dicha advertencia quedó confirmada cuando, en plena pandemia, prácticamente se paró el parque vehicular y aún así se declaró contingencia ambiental.
Durante la administración de Enrique Peña Nieto, en el año 2015, se inició la construcción de dos ductos para llevar gas natural a la termoeléctrica de Tula y concretar la reconversión a central de ciclo combinado. Es decir, sustituir el uso de combutóleo por gas natural, lo que disminuiría los altos niveles de contaminación.
Ambos proyectos se quedaron inconclusos -uno a 19 kilómetros y otro a tres kilómetros de terminarse-, debido a que pobladores de diversas comunidades indígenas de Puebla e Hidalgo interpusieron amparos contra la construcción, por violaciones de procedimiento en permisos, autorizaciones y licitación de la obra.
Hace unos días, la presidenta Claudia Sheinbaum retomó el proyecto para la reconversión en la termoeléctrica de Tula de combustóleo a gas, una decisión que debe reconocerse, pues admite los altos niveles de contaminación, las consecuencias en la salud de los habitantes y la ineficiencia del uso del combustóleo, perjuicios que su antecesor se negó a aceptar.
Y precisamente, en contraste, el expresidente Andrés Manuel López Obrador inició la construcción de la refinería Dos Bocas.
Y así, mientras el mundo viraba a energías limpias o menos contaminates, el mandatario priorizó el uso del combustóleo.
Muestra de ello es la baja demanda de petróleo en China, uno de los más altos consumidores en el mundo, debido a su transición hacia los vehículos eléctricos.
Sin importar los cambios de visión a nivel global, el exmandatario se aferró a construir la refinería en su estado natal: Tabasco.
Prefirió el uso de combustibles fósiles, sin mencionar que en su obra “estrella” malgastó el dinero de los mexicanos, pues su presupuesto inicial fue de 8 mil millones de dólares, pero a la fecha lleva invertidos más de 20 mil millones, sin producir un bidón de gasolina.
Que quede claro, ya no debe ser una disyuntiva apostarle al uso de combustóleo o a energías menos contaminantes. Estamos obligados a dejar atrás visiones añejas. El cambio climático está presente y muestra de ello son los incendios forestales en California, los más costosos en la historia de Estados Unidos.
Estoy convencida que las decisiones de un gobierno deben tomarse apegadas a la ciencia y a la evidencia.
Apunte Final
En la presentación del Plan México, la presidenta Sheinbaum informó que su gobierno tiene contabilizados 277 mil millones de dólares en inversiones, pero hay que recordar que para inyectar dinero, los inversionistas demandan: energía limpia y barata, certeza jurídica y seguridad pública; de lo contrario, sólo se quedará en buenos deseos.