En unos días seremos testigos del atentado más grande en contra de la división de poderes en la historia moderna de nuestro país. Los gobiernos de Morena encontraron en la democracia el pretexto para tomar el control del Poder Judicial. El único poder constitucional que no estaba bajo la sombra de su influencia política.
Ahora sí que la Presidencia de la República y Morena ya decidieron quiénes serán los ministros, magistrados y jueces, solo falta que se realice una elección en su intento por legitimarlos.
Por eso no seré parte de esta farsa. No participaré en un proceso que desde su inicio mostró vicios de fondo.
La reforma al Poder Judicial es el capricho de un hombre, su venganza convertida en un nuevo orden constitucional. El expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien mantuvo siempre diferencias con ministros, se pronunció y envió una iniciativa para que los juzgadores fueran electos mediante el voto popular, sometiendo así su conocimiento técnico y experiencia a su simpatía y popularidad.
Desde el inicio, en los filtros para postulantes hubo serios cuestionamientos a listas que no fueron definitivas y que permitieron ingresar a personajes cercanos a la cuarta transformación.
El proceso, además de viciado, se ha vuelto complejo. Cada votante recibirá seis boletas, más las que correspondan a cada entidad si participa en procesos electorales locales. En total, competirán 3 mil 423 candidatos para ocupar 881 cargos en el Poder Judicial.
Imposible que los electores estudien cada uno de los perfiles para los puestos a ocupar. Como senadora de la República dediqué días completos para revisar el perfil y, en su caso, resoluciones de los aspirantes a ministros, magistrados de salas especializadas y de la Sala Superior, así como de quienes se postulaban a comisionados del INAI.
Adicionalmente, durante sus comparecencias en comisiones, se les cuestionaba sobre temas técnicos y supuestos para entrar al análisis del voto. Es inviable que en esta elección el electorado pueda emitir un voto informado y razonado.
Ante estas complicaciones, Morena y otros líderes recurrieron a los acordeones, a través de los cuales les informan cómo y por quiénes votar. Toda una maniobra anómala, alejada de la democracia.
La mayoría de los acordeones están enfilados a la 4T. Sin embargo, a manera de justificar su existencia, la presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que también hay listas de la derecha.
Hay quien opina que no ir a votar es darle la espalda a la democracia. Definitivamente estoy convencida de que participar en este ejercicio es legitimar un proceso en el que los aspirantes que ya fueron elegidos por dedazo.
Dentro de los cargos que se contienden se encuentran dos magistraturas de la Sala Superior y 15 magistraturas de las salas regionales del TEPJF. No concibo cómo estos magistrados podrán dictaminar sobre delitos electorales, sabiendo que fueron elegidos, producto de las prácticas del acordeón y de acuerdos en lo oscurito. No tendrán autoridad moral para impartir justicia.
Los morenistas argumentaron democracia para impulsar la reforma judicial; al final lo convirtieron en un proceso de movilización, acarreo y dedazo.
Lamentable que este sistema judicial nazca de la corrupción del sistema electoral.
Comentario final
El mensaje que se manda al mundo con la votación de juzgadores es un Poder Judicial sometido al Ejecutivo, el autor de los acordeones. Sin división de poderes será complicado que lleguen nuevas inversiones a nuestro país a falta de certeza jurídica.
Ciudadana