El 2021 estaba llamado a conmemorar (1521) y a festejar (1821) dos fechas cruciales de nuestra historia patria, pero desgraciadamente poco podemos celebrar, pues sufrimos una infame pandemia que ha contagiado a casi 2 millones y matado a mas de 166 mil mexicanos, que además tiene efectos devastadores para la economía, la sociedad, la educación, la seguridad, la salud mental, etc. Adicionalmente padecemos un polarizante encono político que no habíamos visto en nuestras vidas. Para quienes votamos por el cambio, decepciona y enoja el incumplimiento de las promesas de la campaña electoral, así como las erradas acciones que no permiten al país avanzar hacia el siglo XXI, sino que lo retroceden al XX.

Por alguna extraña razón, los años 21 han tenido gran significado para México. En 1521 tocó a su fin el imperio azteca y comenzó el español, pero lo más importante es que fue el inicio de la gestación de una nueva nación, forjada a lo largo de 300 años de dominio colonial. Aunque se pretendió replicar a España en una Nueva España, el medio ambiente del continente americano, el mestizaje entre españoles y nativos, y la fusión de la cultura hispano-europea con la de las naciones originales, crearon algo similar pero diferente, que es nuestro México.

Paradójicamente, la conquista que concluyó en Tlatelolco con la batalla del 13 de agosto de 1521, fue realizada por un ejército de cientos de miles de nativos enemigos de los aztecas que se aliaron a menos de 1000 españoles, en tanto que la emancipación de España fue hecha por los españoles-americanos (criollos y mestizos) que, aliándose con los nativos, expulsaron a los españoles-europeos, naciendo así el México independiente del que descendemos.

Otro convulsivo cambio ocurrió un siglo después, que no se inició en 1921 sino en 1910 cuando estalló la primera gran revolución social del siglo XX, que sentó las bases del México moderno. Esa gran convulsión cobró la vida de más de un millón de personas, tragedia demográfica que agudizó la devastadora pandemia de la Influenza Española (1918-1919) que, según cifras poco precisas de la época, mató a 300 mil personas, de las cuales 7000 fueron de la Ciudad de México.

Como puede deducirse, esos inicios de siglo han traído consigo enormes cambios acompañados de penuria, violencia, sangre y muerte. En ese contexto, el 2021 guarda correlación directa con las mencionadas convulsiones pues, aunque no padecemos una guerra intestina como en 1521, 1821 o 1910, la crisis sanitaria, la creciente violencia, inseguridad y criminalidad, los feminicidios, la crispación política, el declive económico, etc., colocan al 2021 en las trágicas tendencias del pasado. El hilo conductor que entrelaza a 1521 con 2021, es la enorme desigualdad e inequidad creada con la conquista que, como no fueron eliminadas en 1821 ni en 1910, continúan siendo, hasta nuestros días, la principal causa de los grandes problemas nacionales que dividen y enfrentan a los mexicanos.

A lo largo de 200 años de vida independiente, los partidos y los políticos del pasado y del presente, han enarbolado la justicia social, pero siempre más como una estrategia propagandística de campaña, que como un verdadero compromiso. Pedir en este año a la Corona española perdón por haber creado ese problema, no lo soluciona, pero sí desvía la atención del hecho de que, en dos siglos, la ineficiente clase política no ha sido capaz de cumplir con esa responsabilidad histórica prioritaria.

Internacionalista, embajador de carrera y académico.

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