Pobladores de Kinchil Celestún y San Fernando en Yucatán alistan una consulta indígena, la cual se llevará a cabo el 25 de julio para definir si revocan las operaciones de las granjas porcícolas en sus territorios que están ocasionando daños al ambiente y a la salud de las personas.
Cabe mencionar que las consultas debieron haberse realizado previamente a la construcción de las granjas, ninguna de estas instalaciones debió de iniciar operaciones sin antes considerar la opinión de las comunidades mayas, pues la consulta indígena debe ser previa, libre e informada.
¿Pero cuáles son los daños que estas granjas industrializadas están ocasionando?
Comencemos por el hecho de que para construir una de estas granjas porcícolas se tiene que deforestar muchas hectáreas de selva que son el hogar de muchas especies animales y de plantas, además en la selva maya viven muchas especies que están en peligro de desaparecer y que son importantes para mantener un equilibrio en la naturaleza, como el jaguar. Esta deforestación también tiene otras afecciones, por ejemplo se deja de infiltrar agua a los cenotes evitando su recarga y además se ocasiona que los suelos se erosionen y se vuelvan infértiles.
Otro de los principales problemas que traen al ambiente las granjas porcícolas es la cantidad de estiércol que producen. Ya que, por ejemplo en Yucatán, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) reportaba que la zona porcícola presenta una contaminación por desechos pecuarios seis veces mayor a la creada por la población humana que vive en ese lugar.
Los desechos de los animales son un foco de infección que contamina el agua y el suelo. Además de que las lagunas en donde se almacena el estiércol combinado con agua producen gases de efecto invernadero, principalmente metano, que agrava el cambio climático que provoca sequías extremas, inundaciones, incendios entre otros fenómenos.
Adicionalmente, es importante tomar en cuenta que los métodos actuales para limpiar o tratar el agua, como son los biodigestores, son la mayoría de las veces insuficientes, en la hipótesis de que estos se utilicen adecuadamente, pues no pueden limpiar el agua en su totalidad, incluso es complicado que con este tratamiento de agua se cumpla con la normatividad mexicana para garantizar niveles de contaminantes que no dañen el suelo, la flora, la fauna y a las personas.
En la investigación que realizó Greenpeace “La carne que está consumiendo al planeta” sobre las granjas porcícolas en la Península de Yucatán se hicieron muestras de agua en pozos cercanos a granjas porcícolas industriales en kinchil, San Fernando y cerca de Celestún y se encontró que todas las muestras exceden los límites recomendados de amonio (NH4), nitritos (NO2) y nitratos (NO3) para garantizar la salud de las personas en México según lo estipulado en la NOM-127-SSA, que es la norma que dicta los límites recomendados para uso y consumo humano del agua.
Por tanto, la presencia de nitratos en los pozos de agua y los cenotes constituye un peligro para la salud de las personas, ya que si es consumida por los humanos pueden producir nitrosaminas, que son sustancias cancerígenas en el estómago y una enfermedad conocida como síndrome de los niños azules, que provoca coloración azul en la piel, deshidratación y diarrea.
Por todo esto, las granjas porcícolas industriales están poniendo en riesgo a los cenotes, la fauna acuática que ahí habita y la salud de las personas. Ya que por su naturaleza, los acuíferos son lentos para contaminarse pero una vez que se han contaminado, difícilmente se autodepuran. Por eso, es importante protegerlos de la contaminación.
Sin embargo, en la actualidad esta industria está creciendo de manera descontrolada y el hecho de que existan más granjas porcícolas cercanas entre sí hace que los impactos al ambiente sean más graves ya que se suman entre sí y se potencializan. Por eso se tiene que evaluar si el lugar en donde se construyen granjas porcícolas soportan más desechos y más contaminación. La mayoría de los casos esta respuesta va a ser negativa tomando en cuenta además que Yucatán por su tipo de suelo kárstico, que es poroso, es más propenso a la contaminación ya que el agua contaminada puede llegar más fácilmente a los cenotes.
Esta problemática se puede revertir, lo primero es detener el foco de contaminación, que son las granjas porcícolas industriales. Es importante evitar que se siga reproduciendo este modelo de producción de carne industrializada que genera muchos daños ambientales y a la salud.
Después, se debe recurrir a las prácticas locales de producción de carne de cerdo como la reproducción del cerdo pelón mexicano.
También se debe exigir a las autoridades como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente del Gobierno Federal (PROFEPA); la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA); y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno Federal (SEMARNAT) detener a esta industria depredadora y resolver los problemas de violación de los derechos humanos del pueblo maya y el daño a la calidad del aire, el agua, la biodiversidad y la salud humana.