Barcos de guerra en cada costa, campos militares a lo largo de la frontera, drones abiertamente espiando, familias completas de narcos entregándose, cancelación de visas a políticos y el nuevo Embajador Ronald Johnson de mano dura. En el interior, en prácticamente todo el territorio, el ambiente denso por la inseguridad, con escandalosos crímenes que son noticia en el mundo entero. En opinión de Héctor De Mauleón [El Universal del viernes 16] narra con precisión la barbarie de tan solo cinco días. Sí, en el orbe, se nos reconoce violentos, sin orden, es verdad, aquí la vida no vale nada.

No falta ser experto en milicia, es altamente probable que habrá incursiones, vendrán a llevarse, no a los que se han rendido, sino a quienes propiciaron el desastre, a esos que teniendo la obligación de velar por el Estado sucumbieron al soborno y prefirieron la fugaz felicidad que da el dinero mal habido.

Lo planteó Trump, lo confesó la presidenta, en su última llamada, quieren entrar para hacer el trabajo que el gobierno abandonó en los criminales. Pensó que la respuesta patriótica los frenará, al fin y al cabo, es la soberanía; se equivoca. ¿Quién saldrá en defensa de lo perdido? ¿Cómo invocar el derecho internacional si en casa se viola? Aún está fresco en la memoria el principio morenista de ‘no me vengan con que la ley es la ley’. Lo peor es que nadie se meterá. No hay respeto a las instituciones, coexistimos en una jungla en la que a diario vemos atrocidades que se superan cada jornada, parece concurso de terror. Es mayúsculo el tema, se trata del ingreso de tropas extranjeras con objetivos bélicos, de cara a una población expuesta a su suerte, arrinconada y de paso, atestiguaremos la huida de los responsables del fracaso, dejando desolación, pobreza y desconcierto, del que, sin duda, como siempre, unos cuantos se beneficiarán.

Son momentos difíciles, nos toman divididos, con autoridades señaladas de coparticipar en graves actos, cínicos ejecutivos de entidades que cargan en sus espaldas sospechas de su involucramiento en actividades ilícitas y que decir de los alcaldes, el colmo en este fangoso escenario es el proceso electivo judicial, clave para el equilibrio de los poderes, en el que claramente la 4T mece la balanza transformándolo en mero fantasma democrático, ilusorio, circunstancias inéditas que atentan contra la unión. La crisis es estructural, profunda, es un disparo fulminante a la columna vertebral de la federación, que de poco en poco se ha erosionado y provoca el serio cuestionamiento de su supervivencia.

Seamos sensatos, la primera potencia no requiere de venias, simplemente abrirá la puerta y cruzará la línea, con la lista de sus blancos, para eso es la fuerza de fuego inconmensurable que ostenta. No es un juego, ni retorica, para muestra Noriega de Panamá o Grenada, los hicieron añicos en horas, sometiendo a los desafiantes ante la indiferente mirada de la sociedad harta de la corrupción, injusticias e impunidad, conceptos que lamentablemente nos describen.

No es si pasará o no, sino cuándo, estamos muy cerca y en Palacio no se ven alarmados, se saben dominados o ¿acaso se aprovechará la coyuntura y sacudirse de la putrefacción que nos azota?

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