Han transcurrido dos semanas de la elección, variadas tesis del fraude se echaron a andar. Sesudas hipótesis intentan justificar la derrota de cara a las nuevas generaciones que se manifestaron, se trata de maquinaciones surgidas de improvisados eruditos que chocan con el muro de los hechos. Encontrarle tres pies al gato es una pérdida de tiempo. Es momento de prepararse para lo que viene.
La Corte pertenecerá a la historia. Es inevitable. El poder en una sola mano necesariamente transforma el escenario. El reacomodo de las balanzas obliga a refrescar la conceptualización de la vida republicana. En esencia los estándares de control tendrán un componente alejado al constitucionalismo ordinario inaugurándose el realismo como corriente resolutora. Los otrora Ministros guardianes de la Carta Magna se sumarán al recuerdo de la teoría institucional.
El futuro nos alcanzó y es inexorable afrontarlo. Resultaron falsas profetas las veteranas dirigencias partidistas que se asumían sabias, su soberbia las hundió. Sus cálculos se derrumbaron y fueron pulverizadas por voluntad de los votantes. Olvidaron que las masas se particularizan en decisiones individuales.
Desaparecieron fuerzas de origen contestatario, tal es el caso del PRD que perdió el registro. Es gloria pretérita. El otro rostro, Acción Nacional se redujo por detrás de MC. La contención del legislativo será un escueto trámite, simple ventanilla de paso. La riqueza del debate cederá ante la aplanadora de votos.
Lo que legó el proceso es una profunda enseñanza; que la alternancia sin liderazgos y proyectos es imposible; Que contrario a los intensos análisis la gente son personas que piensan y votan. Fue un craso error apreciarlas amorfas, situándolas al nivel de un mero número, sobre todo, se confirmó que esta es una sociedad sobradamente enterada, politizada y demandante a diferencia de la de hace seis años, condición que no se debió soslayar, al eludirlo se condenaron al fracaso.
Sin brújula están sin rumbo. Su diatriba se centró en el insulto, la burla y menosprecio a la conducta presidencial. Podrá no gustar, pero echarlo de Palacio Nacional requiere algo más que ridículos memes. Abandonaron a las comunidades, omitieron entender a los jóvenes y eliminaron de sus planes el verbo construir. Los gurúes elucubraron en la fragilidad de la arena y llegó la ola y los borró.
Todo final da lugar a un inicio. El régimen enfrenta el desafío del manejo del absoluto con prudencia, sin esta es un arma letal a la democracia. Un ideario que sume a la pluralidad es la vía adecuada de la reconciliación. La primitiva noción del gobierno de las mayorías deja de lado al universo de los que se abstuvieron, hay que incorporarlos.
El esfuerzo que se reclama es común. La sensatez de nada servirá si la oposición continúa desarticulada porque terminará siendo un patiño de quien manda. El reto radica en abrirse a la participación ciudadana. Descubrir inéditas voces ajenas al estatus quo del que tanto presumen algunos gobernantes que actúan al igual que los artistas de las telenovelas ochenteras.
La sacudida fue monumental. Hay mucha tarea por hacer. Por lo pronto Sheinbaum y López Obrador navegan en las tranquilas aguas de la aplastante victoria de la 4T.