Somos testigos de una acelerada eliminación de los contrapesos. La democracia no está dando las respuestas que la sociedad demanda, por eso ganan los que ofrecen gobernar por decreto, base del autoritarismo y de la irracionalidad.

El problema no es el riesgo de las libertades, lo preocupante es el vasto apoyo a las candidaturas que prometen la inmediatez sin controles, son absurdas pero populares. El electorado los respalda y a nadie le importa si rompen las reglas porque la vía de la legalidad es azarosa, penosa, cara y eterna.

Se han construido instituciones y movimientos, expresiones de equilibrio, sin embargo, se ha exagerado: años sin que caminen viejos reclamos empolvados en el escritorio al abrigo de la mirada insensible de los que prefieren cuidar su trabajo que hacerlo. En cuanto a las manifestaciones, chocamos con el feminismo y los woke, ambos condenan toda forma imperfecta en sus conductas, no hay tolerancia, o se es tajante al grado del dogma o se tacha de traidores y se les lincha. La ruta de la derecha luce más fácil que la de la izquierda que siempre está en constante conflicto, de hecho, es su esencia sin él no existiría.

En contexto, la negación de nada sirve: se dijo que no continuaría el aeropuerto de Texcoco, que desaparecerían los órganos autónomos, que se limitaría al judicial, no se creyó y ocurrió. Prácticamente se concentró el mando en la presidencia y en unos meses se volvió al medievo, a la voluntad única. Al norte, nace un nuevo orden global, Trump impondrá su ley por las buenas o por las malas y se escucharon voces que también lo tildaron de retórico. La dispar hegemonía de la Casa Blanca se sintió y el domingo fue el turno de Colombia: arancel del 25% progresivo al 50% en una semana a todos sus productos, revocación del visado a funcionarios y familiares y la suspensión del otorgamiento de estas a sus ciudadanos. No es un juego es la realidad. La imprudencia le costó un descalabro a Petro quien obligado por el recargón del gigante dio marcha a su oposición a recibir deportados, quedando en ridículo internacional.

Igual nos tocó vivirlo, el mensaje del estadounidense en Davos en el que afirmó que había cooperación con México provocó apreciación del peso frente al dólar. Una intervención en tribuna repercutió en el tipo de cambio, así de escandaloso es el poder.

El imperio es inconmensurable, la oratoria nacionalista es insuficiente. Se requerirá un extraordinario esfuerzo e inteligencia para frenarlo. El ejercicio conlleva no perderse en si va a pasar o no, sino que daños resultarán, prepararse a resolverlos y negociar.

Es inminente, es un fenómeno que rechazamos reconocer pensando que se trata de momentos fugaces, meras declaraciones sin sentido, acciones carentes de sabiduría, ignorando el enorme sustento entre la población que los llevó a encumbrarse y eso en política se llama legitimación.

Para colmo, la recién inaugurada generación Alfa considera favorecedor el absolutismo, lo contrario lo visualiza demasiado estructurado e inviable. Quizá no hemos caído en cuenta que la República es un valor minoritario en grave peligro de extinción.

@VRinconSalas

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