Centró su mira en el terruño. A cinco días del juramento, Donald Trump provoca serias preocupaciones. Cansado por el fentanilo que mata a miles de sus compatriotas, la violencia permanente, el control del narco en extensas regiones, la pestilente e inmensa corrupción, la evidente pérdida del mando y con un sombrío futuro de la democracia, echó la carga completa a su vecino.
Empresario, creció en entornos plagados de voraces, venció a sus competidores y se posicionó. Ha conseguido lo que muy pocos, volver a ser Presidente de la mayor potencia de la tierra. En su segunda versión muestra determinación, coraje, pero sobre todo experiencia. No será sencilla la interlocución en una coyuntura que no se justifica ¿qué pretexto dar frente a la toma criminal de entidades enteras, atentados a civiles, desapariciones, asesinatos, contubernio de quienes se supone nos protegen, sumado a una profunda crisis estructural? Absolutamente nada.
No es la intrusión armada, estratégica, quirúrgica o como le quieran llamar, si no ¿quién se opondrá? Somos una sociedad hastiada de la indolencia, de los ‘otros datos’, de autoridades surgidas en elecciones que no han logrado afianzar liderazgos y sí encumbrar la apatía y el desprecio al dolor ajeno, meras fábricas de ‘representantes’ insensibles a la tragedia que se vive a diario, ciegos por la frivolidad que no les importa el desconsuelo de la población, ¿cómo pedirle a los manipulados de la pobreza, a la humillada clase media, la denostada alta y la repudiada riqueza que salgan a defender la patria? Se buscaron complicaciones y las consiguieron.
Poseer, expandirse y apropiarse, son fines de un imperio y Estados Unidos lo es. Parece que lo olvidamos, históricamente nuestra fragilidad les es apetitosa, si a esto le agregamos las lamentables condiciones institucionales y de polarización, sin espacio de vacilación, inmediatamente, debemos encender las luces rojas de alerta. Comenzó con el Golfo de México, cambiarle el nombre, es un aviso de que la franja norteña está en peligro, su lógica ¿invadir? no, mucho más fácil, atraer: Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Sonora y las Bajas concentran petróleo, industria, ganadería, pesca y turismo, motores de la economía, públicamente reniegan del insulto fiscal que reciben de la federación. Culturalmente los fronterizos no ocultan sus enraizados apegos cruzando la línea, su herencia es extraña a la del centro, es común que algunos gobernadores, alcaldes, diputados y ciudadanos, tengan la doble nacionalidad. En general, visten, comen, hablan, se comportan de manera distada, con costumbres semejantes a las texanas y californianas ¿renegarían?
No hay que minimizar. No es retórica. Regresa a la Casa Blanca un moderno James Polk, aquél que en 1847 se llevó la mitad del territorio e intentará ensanchar su dominio en una realidad diferente, ahora goza de una fuerza de fuego inconmensurable, la fibra del dinero, la supremacía tecnológica y quizá lo fundamental, la abducción de un sinnúmero de mexicanos que aspiran al sueño americano porque el azteca resultó una pesadilla.
Canadá lo vio y puso manos a la obra. La salida de Trudeau fue un síntoma claro de que se preparan para una guerra de pertenencia e identidad, saben que dialogar con Trump exigirá contar con un tiburón, ¿nosotros la tenemos?