Hace unos días circuló el documento denominado ‘Estrategias de Seguridad Nacional’, (NSS por sus siglas en inglés), se trata del instrumento de mayor jerarquía del gobierno norteamericano en el que se delinean las acciones que utilizarán para defender sus intereses, precisando fines, medios y vías. Del texto se advierte un distanciamiento del multilateralismo para retomar la visión interna, con especial énfasis en el revisionismo de su papel como líder global, combinando realismo geopolítico, patriotismo financiero e identidad cultural. Reclasifica las prioridades en un intento por elevar los estándares en lo que concierne al resguardo de sus fronteras, ciudades y por supuesto, su riqueza. En pocas palabras nos dicen qué quieren, cómo lo la van a lograr y cuándo.

Sin pretender hacer un extenso análisis de la declaratoria (imposible en un artículo), el abandono al régimen de tratados era de esperarse, desde la perspectiva de la Casa Blanca, estos han beneficiado más a los extraños que a los propios, de hecho, son muchas sus poblaciones en las sombras del deterioro porque las industrias se fueron al sur del Rio Bravo y se llevaron el bienestar que ahora reclaman, por eso el viraje. El objetivo son negociaciones puntuales, afirman que, la competencia entre democracias y autocracias definirá el futuro del orden internacional.

Sin profundos estudios, nos podemos percatar que los dominantes están retornando a sus mercados con el afán de eliminar toda dependencia con el exterior y consolidar su soberanía, es un antiguo principio en el que la sustancia recae en las cuestiones patrimoniales superando, incluso, a las militares, limitadas a fungir como maquinarias para la obtención de botines. En este contexto es momento de preguntarnos si la ruta idónea es concentrarse en mantener las alianzas o también trabajar en el fomento al consumo, considerando que somos la doceava económica del orbe, con 91 millones de compradores potenciales.

Sostener los convenios como único asidero no es el rumbo ideal. Es verdad, ya transitamos por el oscurantismo de la sustitución de importaciones del siglo pasado con las que hubo un forzado avance a costa de soportar productos de pésima calidad. Hoy las circunstancias son diferentes, la manufactura mexicana compite y brilla en el mundo, es una de las sobresalientes, no obstante, los motores locales están apagados, sin combustible para reiniciarlos, lo que nos pone en riesgo al no estar preparados para lo que será la nueva era del proteccionismo.

Sí, no estamos en condiciones para repuntar bajo el actual escenario edificado en el clientelismo electoral de los programas sociales de la 4T (el impacto es rápido, pero no provoca crecimiento uniforme, ni vivifica la clase media) con obras absurdas a precios exorbitantes, en la inmundicia de la corrupción, como el huachicol, en un ambiente de plena violencia, y para colmo con políticos que cada día revelan su peor cara, sino, para muestra el zafarrancho del Congreso de la capital, componentes que dejan un enorme boquete a la hacienda y un desaliento en la ciudadanía hastiada de los pobres resultados.

México será tocado por las NSS 2025 y Sheinbaum, paradójicamente, enganchada en asegurar y nutrir los acuerdos suscritos por sus ‘adversarios’ los ‘neoliberales’ o quizá son ellos los que han asumido los adecuados caminos del desarrollo y los guinda, como los españoles, nos vendieron espejitos.

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