Los intereses de las hegemonías se han alineado durante siglos. Hace cientos de años, principalmente, franceses, ingleses y españoles se repartían el mundo. Es a mediados del XIX que comienza el desarrollo de la actual potencia dominante aprovechando el debilitamiento de las vetustas economías feudales, sobrevivientes al amparo del renombre y la religión, pero alejadas del floreciente industrialismo. En ese contexto, se fortaleció el occidente, esencialmente en los polos de América. Al sur con el desembarco de los colonizadores italianos, alemanes y portugueses y al norte los de la corona británica, trayendo el hambre de la ambición y el deseo de poseer. Cambiaron los equilibrios. La naciente riqueza se centró en el negocio de la guerra, fundamentalmente en el acero, caucho, y las armas.

La coyuntura dio paso a las fortunas de Cornelius Vanderbilt, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, J.P Morgan, y Henry Ford, con un denominador: íntimamente vinculadas a las rentas que daba la beligerancia. Su poder les permitía establecer la agenda de los Estados Unidos en torno a sus beneficios, por eso la presencia yanki en los grandes conflictos. Barcos, ferrocarriles, aviones, petróleo, jugosos contratos que se codiciaban por el gigantesco gasto que se destinaba de los impuestos de los contribuyentes. El eje de las decisiones siempre el mismo: Portarse como el policía bondadoso frente al perverso, obvio de izquierda, y en todo caso, listos para abrir fuego e imponerse; los oligarcas lo agradecían.

Las cosas se transformaron. Con la revolución del internet se reestructuró la forma de gobernar y los favorecidos. Hoy, similar al pasado, es un grupo de ‘factótums’ los que indican el sentido del régimen, un puñado de hombres que sobreponen sus condiciones particulares a lo público. Así llegó Trump y junto con él los forjadores de la moderna manera de acumular abundancia, los dueños de la tecnología: Musk, Bezos, Zuckerberg y Pichai, mutando los conceptos bajo otros principios, su cuestionamiento es: ¿qué dividendos traen las ofensivas militares? Luego, viene el abandono de Ucrania, la idea del balneario en la Franja de Gaza y el enfriamiento con Europa, la tesis es el abatimiento a las viejas vías de atesoramiento y una mayor apuesta al monopolio del conocimiento. Es más destructivo un computador que una bomba.

Viéndolo a través de este lente, se advierte la reinante conformación del sistema jerárquico internacional en el que las maniobras tendrán forzosamente una marcada inclinación empresarial, prácticamente a temas del dinero. Aranceles y embargos son sus misiles. Su lógica en amasar opulencia sin miramientos y es ahí en dónde aparecemos ¿cómo pacificar al vecino revoltoso? Apretando su bolsillo. Trump dejó en claro su intención de que la conducción en la relación bilateral sea con la rudeza del dólar sin necesidad de intervenir el territorio, al final conseguirán lo que quieren aplicando sanciones.

Igual que el condenado a la pena capital, se aplazó la ejecución un mes con revisiones periódicas. La radicalización del examen se irá elevando y con esto las exigencias. Arrestos, decomisos, aseguramiento, entrega de ‘terroristas’ y narcos políticos, será la constante. El gobierno obligado a actuar por la brutal presión externa, no por buen administrador. Quedar bien con el ajeno sin importar los de casa, es la realidad de los mexicanos.

Abogado. @VRinconSalas

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