La descomposición no surge de la noche a la mañana. Como la corrosión que aflige al metal hasta desintegrarlo, una sociedad requiere de décadas de violencia, corrupción y amiguismo, para que se lastimen sus pilares fundamentales.

Veámoslo desde el realismo: zonas del país bajo control del crimen organizado alientan la preocupación de su muy probable intervención en los procesos electorales. No solo son drogas, por el territorio transitan las mafias que se dedican al tráfico de personas y que decir de los desaparecidos, es una verdadera crisis. Por su parte el cobro de piso es un tributo regular para los malhechores que repercute en el costo de los consumibles. En otro frente, nos enteramos de que, por años, bandidos y funcionarios le han abierto un enorme boquete a la Hacienda, sí, la misma que nos persigue a los qué sí pagamos, con el huachicol fiscal. Millones y millones de litros de combustible que contrabandearon, lo lamentable, además de burlar los impuestos, es la deshonrosa participación en la felonía de quien creíamos impolutos, su involucramiento ha sido un fatal torpedo a la línea de flotación del que era el buque moral de los mexicanos, la Marina Armada.

Figuras del círculo de la Presidenta son señalados por graves hechos. Adán Augusto no cae, poniendo entredicho el orden que teóricamente tiene en sus manos la Ejecutiva. Vil cinismo. Se entregaron a los malvivientes y se les metieron hasta la cocina.

En materia de servicios estamos pésimos, el sistema de salud prácticamente inexistente, francamente no somos un modelo, las quejas son constantes, no hay medicamentos y los equipos fallan. La seguridad pública que comprende bomberos, policía y urgencias, son insuficientes, las alcaldías les asignan pocos recursos ¿cuánto tarda en llegar una ambulancia?

En fin, la lista es interminable, los yerros de mala o buena fe cuestan lo mismo y la impunidad es lo que reina.

Hasta aquí no habría mayor sobresalto, penosamente nos hemos acostumbrado a este ambiente nocivo, por mera reiteración, sí, el caos es cotidiano y se inserta en lo común, sin embargo, en las últimas semanas, inusitadamente, emergió un factor determinante, que como en el pasado, pueden ser un antes y un después en lo que queda de la democracia, me refiero a los movimientos estudiantiles.

La UNAM y la Universidad de Guadalajara, fueron objeto de incursiones arrebatadas. En la primera, obligaron a suspender clases en 16 planteles y, en la Tapatía, la aparición de grupos de izquierda que vandalizaron la casa de estudios. En ambos casos, llama la atención la extrema rabia, expresiones que no son características del alumnado.

Tanto los Pumas como los Leones Negros, son gigantes generadores de ideas. Significativas corrientes del pensamiento político, económico y social se gestan en sus aulas, pero también son reconocidas por el potente motor para impulsar profundas transformaciones por vía de la protesta. Apreciados, diría queridos, por la población reciben el apoyo inmediato, absoluto e incondicional, se les cree y se les respeta.

¿Distractor provocado por el propio régimen? Quizá, sabedor del brío universitario, pretende reventar el inicio de su inclusión como detonadores de lo que la oposición no ha logrado. La 4T tendrá que probar su deslinde.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios