En nuestra economía se tiene una larga tradición en el establecimiento de aprovechamientos con el objetivo de obtener ingresos adicionales para el estado. De acuerdo con el Art. 3 del Código Fiscal, “Los aprovechamientos son los ingresos que el estado obtiene por la utilización o explotación de servicios públicos”. Y estos difieren de los impuestos, los cuales “…son las contribuciones establecidas en ley que deben pagar las personas físicas y morales que se encuentran en la situación jurídica o de hecho prevista por la misma.” (Art. 2 del Código fiscal).
Bajo este marco fiscal, algunas entidades federativas han utilizado la figura de aprovechamiento para establecer contribuciones a los nuevos modelos de negocios que se basan en las plataformas de múltiples lados. Estas plataformas están revolucionando la manera en cómo se dan los intercambios de bienes y servicios. Los ejemplos son múltiples: plataformas de movilidad, plataformas de entrega a domicilio, plataformas financieras, plataformas de comercio electrónico, etc. Una característica de estas plataformas, la más importante, es su impacto en la reducción de costos de transacción de todos los participantes que se conectan a ellas. Por un lado, los demandantes, tienen más información respecto de los bienes y servicios a su alcance, así como sus precios, sin tener que asignar grandes cantidades de tiempo para ello o sin tener que trasladarse físicamente al lugar de venta. Por el otro, los oferentes llegan a compradores potenciales que sería imposible (o muy costoso) alcanzar por sus propios medios. Así, esta reducción de costos de transacción genera ganancias a la sociedad, las cuales se distribuyen entre los oferentes (mayores ingresos), los demandantes (mayor oferta a menores costos), las plataformas y las personas que generan ingresos a través de ellas, en particular, conductores y personas repartidores ( Carreón et. al documentan esas ganancias para los restaurantes en México).
Así, la aplicación de estos “aprovechamientos”, los cuales son una carga impositiva adicional a lo que ya pagan todos los involucrados de acuerdo con lo establecido en las normas fiscales vigentes tiene, al menos, tres efectos negativos. Primero, castiga la innovación y el desarrollo tecnológico, sobre todo la que está revolucionando los sectores de manera transversal y que están basados en tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial. Segundo, este “aprovechamiento”, cuya incidencia legal está en las plataformas (es decir, son quienes lo pagan), tendrá una repercusión en todos los actores mencionados. Es decir, la incidencia económica (quien se ve impactado por el “aprovechamiento”), se distribuye entre todos los actores. En ocasiones anteriores hemos hablado al respecto,
cómo estos “aprovechamientos” trasladan los costos a todos: menores ingresos a los oferentes, más costos a los demandantes, menos ingresos a las personas repartidoras y conductores, menores ingresos a las plataformas y, muy importante, menor recaudación fiscal federal.
Tercero, inhibe los incentivos a la inversión en estos desarrollos en aquellas entidades federativas que implementan esta figura de “aprovechamiento” para aumentar sus ingresos fiscales presentes. Es decir, los incentivos a desarrollar algoritmos para incursionar en otros municipios de esa entidad se reducen. Por lo que las plataformas destinarán su inversión a otras entidades federativas. Con ello, las ganancias potenciales derivadas de la llegada de estas plataformas en la economía local se cancelan, generando un impacto negativo en todos los involucrados. Además, estas acciones tienen el potencial de acentuar la desigualdad existente entre las entidades federativas del país, poniendo en desventaja a las que implementen dichos “aprovechamientos”.
Finalmente, esta estrategia genera un círculo vicioso entre las entidades federativas. Con el objetivo puesto en más ingresos impositivos presentes, se pierde de vista que esta estrategia tendrá un impacto negativo en el futuro, pues generará un ecosistema en el cual se tendrán menores ingresos impositivos derivados de menor inversión en este tipo de modelo de negocios, en menos transacciones a través de estas plataformas y, por lo tanto, menor generación de valor agregado en la economía local. Ello se verá reflejado en menor empleo y menor actividad económica en aquellos sectores que tienen ventas a través de estas plataformas.
No debemos caer en este círculo vicioso. Por el contrario, se deben generar condiciones para que la inversión en innovación y desarrollo tecnológico se cristalice en más y mejores modelos de negocios que incrementen la ganancia social y el nivel de vida de los participantes.
Investigador del Laboratorio Nacional de Políticas Públicas del CIDE
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