“Sabemos lo difícil que es jugar de visitante en una ciudad extranjera”. Hace ya casi cuatro años,
se volvía el centro de atención, tal cual sucede en 2022. Las razones en aquel 2018 eran que albergaba una Copa del Mundo . Una oportunidad para mostrar al planeta un rostro que los occidentales no conocíamos. Al final de cuentas, la narrativa que tuvimos sobre Rusia fue la de los estadounidenses.
En aquel verano, tuve la gran oportunidad de participar en una actividad maravillosa: Un partido entre aficionados mexicanos y alemanes, justo el día previo a aquel partido que la Selección Nacional ganara con gol de Hirving Lozano . La organización de ese partido fue toda una odisea, especialmente por la coordinación con la Federación Alemana de Futbol , la sede en Moscú y los aspectos que representaría. Fue mi primer acercamiento con esta potencia europea.
Tengo muchas anécdotas de eso, pero también muchos aprendizajes:El nivel de organización, planeación y estructura de personal, por parte de los alemanes, me sorprendieron. Una persona para cada función, un equipo altamente especializado, pero sobre todo, alta atención a los detalles. Aunque los alemanes se destacan en muchas disciplinas, el futbol es —sin duda— el deporte nacional. Y miren que acá se practican muchos. Se estima que casi 40% de la población adulta realiza una actividad física de manera regular.
Y de ahí se deriva la gran importancia que le dan a sus atletas y, si el futbol es su más grande pasión, no es de extrañar que se consideren dentro de la élite, a pesar del resbalón en 2018, cuando no pudieron pasar de la fase de grupos, pero como ellos mismos dijeron: “Best, never rest” (los mejores nunca descansan). Y no descansaron. Inició una renovación que llevó a Hansi Flick a ser el seleccionador y se espera que nuevamente sean grandes contendientes al título.
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A esos cuatro años de distancia, hoy me encuentro en Berlín y —con pocos días— empiezo a respirar esa cultura distinta de la que tuve una probadita. Veo las horas que le dedican en televisión al equipo nacional, el orgullo que sienten por sus colores y la pasión con la que viven el juego, por más que la narrativa que tenemos de los alemanes los pinte como duros. Justo antes de partir a esta nueva aventura al viejo continente, recordé un spot comercial de 2014, donde los seleccionados mexicanos que jugaban en el extranjero hablaban de lo difícil que es ser visitante en otro país.
Me identifico. Ahora juego de visitante y lo digo porque soy un ferviente creyente de que el deporte es la perfecta analogía de la vida. Jugar de visitante no es fácil, pero implica tener aplomo, valentía, adaptación y superar el entorno. Aprender. Crecer. Y, desde acá, trataré de transmitir una visión más global de los deportes, y especialmente del futbol. Llegó la hora de contarle al mundo las historias que suceden en el futbol .
@vic